—¡Mamá, van a llamarte del instituto, pero no he tenido la culpa de nada!
Me giré cuando Winter entró a la cocina, hecha una furia. Tiró la maleta y apoyó sus manos sobre la isla de la cocina.
—¿Qué ocurre? —preguntó Carl, quien acababa de llegar de trabajar. Seguía con el uniforme de policía. Mi turno comenzaba a las seis.
—Hola, ¡qué bien huele! ¿Qué es? —preguntó Elliot, nuestro hijo. Era dos años más pequeño que Winter.
—Macarrones con queso —respondí—. Winter, responde a tu padre.
—Ugh. Le he pegado un leve empujón a un chico de mi clase, ¡pero ha sido totalmente justificado!
—Explícate. —Carl la miraba, intentando comprenderla.
Nuestros hijos eran rubios y de ojos claros, tenían los ojos de Carl. Era cabezotas como él y orgullosos como yo. Eran la maldita mezcla perfecta de ambos, tanto de lo bueno, como de lo malo.
—Desde que me conoció, no para de llamarme pecas y no me gusta que lo haga. Se lo advertí varias veces y como no me ha hecho caso, hoy estaba estresada y cuando me lo ha vuelto a decir, le he empujado y... y puede que se haya descolocado el hombro al chocar contra las taquillas. Ha sido solo un leve empujón...
—¿Un leve empujón? —rio Elliot—. Le ha dado tal hostión, que cuando ha chocado casi tira las taquillas encima suya. Verás cuando se lo cuente al tío Mickey... ¡Hasta se lo he grabado para que lo vea!
—¡Exagerado!
Winter era culpable tal y como el vídeo de Elliot indicaba. No había sido un leve empujón.
—Winter, la violencia no soluciona absolutamente nada —le reñí.
—¿Dices que te llama pecas? —preguntó Carl.
Lo fulminé la mirada. ¿Solo se quedó con eso? Debía reñirle y castigarla.
—No me mires así, yo te empecé a llamar así cuando te conocí y precisamente, ese no es un mote que se ponga a alguien para reírte de él. Si la llama así, es porque se ha fijado en sus pecas, se ha fijado en ella.
—¿En mí? —Las mejillas de nuestra hija se encendieron—. Lo he agredido porque pensaba que...
—Da igual, bien hecho —asintió Carl—. Aléjate de ese chico, es idiota.
Reí, aunque no debía hacerlo. Estaba celoso, estaba siendo protector y me resultó gracioso.
—¡Ugh, me largo a casa de Vivy! —exclamó, colorada como un tomate.
Vivy era la hija de Kayla y Kit. Vivían a dos minutos de nosotros y ambas eran mejores amigas justo como Kayla y yo. Kit y Carl veían ahora todos los partidos de fútbol juntos. Elliot se burlaba de ellos, llamándolos Kit-Kat, por Kit y Carl. Le gustaban los juegos de palabras.
—Por cierto —Elliot habló—. Necesito dinero...
—¿Para qué? Te dimos la paga hace dos días —le recordó Carl.
—Sí, pero estoy intentando ayudar a Daphne. Ella no puede pagar el viaje de fin de curso e intento ayudarla.
—¿Por qué?
—Porque quiere venir y tiene ganas.
—¿Sus padres no pueden pagarlo? —pregunté.
—No, no pueden. ¿Me dais el dinero o no?
—¿Te has gastado tu paga en ayudarla a pagar el viaje? —preguntó Carl con una sonrisita traviesa.
—Sí. ¿Vais a ayudarme o no? ¡De verdad necesito el dinero! ¿Cuándo os he pedido algo? ¡Nunca!
—Siempre —aseguré.
—¡Mamá, por favor! Ahora lo necesito de verdad... lo necesita —se corrigió—. Prometo ayudar a Kev y al abuelo en el restaurante... fregaré platos o barreré el suelo.
—¿Estás insistiendo mucho, no? —preguntó Carl. Su sonrisa burlona no dejaba de estar presente en su rostro.
—Ella siempre me ayuda en los deberes...
—Ya... los deberes...
—Esta insistencia me está recortando a ti —le dije a Carl—. Me recuerda a cuando pedías dinero para ayudarme.
—Lo sé —sonrió— y por eso le vamos a pagar lo que le quede por pagar a Daphne para el viaje.
—Sí, no hay problema —respondí antes de mirar a mi hijo—. Pero quiero más de un siete en matemáticas.
—¡Matrícula de honor! ¡Gracias, gracias! ¡Voy a decírselo, va a flipar! —exclamó emocionado, subiendo las escaleras para enviarle un mensaje.
Me senté junto a Carl. Le di un beso.
—Parece que la historia se repite por ambas partes.
—Me he dado cuenta, pecas.
Acercó su cara a la mía para darme un beso de esquimal, rozando su nariz con la mía.
—Te quiero mucho —susurré.
—Te quiero mucho, pecas. Mucho, mucho.
Sus labios volvieron a unirse con los míos y fue ahí cuando supe que las mariposas que despertaba en mi estómago cada vez que eso ocurría, serían eternas. Supe que, después de todo lo que acababa de ocurrir con mis hijos, nuestra historia sería eterna. Todo volvía a repetirse porque, al fin y al cabo, en eso consistía nuestra historia: en perder la cabeza por el otro hasta el punto de crear sentimiento eternos. Sentimientos que te hacían sentir desorientado, perdido.
Nos encontrábamos pedidos, para siempre perdidos.FIN.
Muchísimas gracias por leer este libro. Sé que he tardado una vida entera en terminarlo, pido disculpas. No puedo excusarme, me desmotivé y me centré en otras cosas. Espero haberos recompensado, de verdad que sí. No sé cómo agradeceros vuestro apoyo y paciencia. Me ha encantado darles vida a Mara y a Carl. Me ha encantado recorrer esta historia junto a ellos hasta el punto de perderme entre sus besos.
Gracias por todo. Muchas gracias.❤️
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PERDIDOS || Carl Gallagher (Shameless)
FanfictionMara lleva entrando y saliendo del reformatorio desde que tiene uso de razón, su familia está destabilizada al igual que la de Carl, el cual le hizo una promesa tras conocerla. Todo se tensa cuando ella sale y cree que él nunca hizo nada para cumpl...