Capítulo 53

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23 de diciembre de 1996

"Creo que este es para papá". Leo señaló un pequeño caldero plateado en el estante y Aurora se acercó para examinarlo.

"No", concluyó. "Él tiene uno de esos. Aunque... creo que después de que empezó a preparar la poción para el Profesor Lupin..."

"Remus", intervino Leo.

"...el suyo está desgastado".

"Porque se supone que no debes usar un caldero de plata con tanta frecuencia".

"Se vuelve demasiado maleable", coincidió Aurora. "Entonces, le compramos esto y luego nos dirigimos a Flourish y Blotts, le compramos a mamá ese libro de Encantamientos y estamos listos".

"De acuerdo", dijo Leo, viendo cómo Aurora agarraba el caldero. Caminó a lo largo de la pared hacia la caja registradora, pasando frente a unos libros cuando se detuvo y luego retrocedió. Un momento después, soltó una risita. "¿Ya has escogido regalo para ese tipo con el que estás saliendo?"

"Er, ¿por qué?" -Preguntó Aurora.

Leo sacó de la estantería Hierba, bichos y agua, era una introducción para niños a las pociones y venía con un juego para pretender elaborarlas. "Escuché que este es más o menos su nivel de habilidad".

Ella puso los ojos en blanco. "Neville ni siquiera está en Pociones este año", dijo, acortando la distancia entre ellos y quitándoselo. Lo deslizó nuevamente sobre el estante. "Y sí, le compré un regalo. Un buen libro sobre las distintas técnicas utilizadas en Herbología en todo el mundo".

Es cierto que fue mucho más difícil de lo que ella hizo parecer encontrarle a Neville algo digno de un regalo de Navidad. Había sido un poco más fácil con Fred. Le había pedido a su abuela muggle que le enviara dulces de broma, que ella había mezclado con algunos dulces muggles normales. No había podido dárselo hasta que su padre fue dado de alta de San Mungo, pero le encantó. Estaba bastante segura de que algunos de los dulces más simples de su tienda estaban inspirados en ellos, si no es que eran completamente muggles.

Los hermanos hicieron su compra y luego cruzaron la calle. Entraron y salieron de la librería con relativa rapidez, ya que habían sido clientes frecuentes de esta desde pequeños.

"Entonces", dijo Aurora, mirando las tiendas tapiadas que salpicaban la mayor parte del callejón, "¿adónde vamos ahora? Mamá y papá no esperan que volvamos a través de la red Flu hasta dentro de treinta minutos más o menos."

Leo sonrió. "No me molestaría ver cómo les va a los tontos con la tienda".

Ella suspiró, pero de todos modos esbozó una sonrisa. "Está bien", estuvo de acuerdo ella, rodeándole el hombro con el brazo y guiándolo por el callejón.

Todavía era bastante mágico, considerando todo. El Callejón Diagon en Navidad era casi tan impresionante como muchas de las tiendas muggles al otro lado de la barrera. Con la nieve cayendo, las luces encantadas en los toldos, algunas con guirnaldas, otras con cintas, daban una sensación festiva que casi sacaba a relucir la alegría navideña en el par de niños Snape.

Y Sortilegios Weasley estaba entre los engalanados, incluso el letrero de Fred llevaba un gorro de Papá Noel, al igual que su conejo. Podían ver lo lleno que estaba incluso desde la distancia.

"Yo diría que a los tontos les está yendo bien", comentó.

"Sí, pero todavía quiero ir a verlos".

"Y lo harás mañana, en casa de Harry y Sirius".

"Rory, no es lo mismo", protestó, y ella frunció el ceño mientras él estampaba un poco el pie. "Seré tu pequeño hermano menor allí".

Corrigiendo El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora