Capítulo 30

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30 de julio de 1977

Hermione miró por la ventana y observó cómo la lluvia caía por el cristal. No había trabajo que hacer en los invernaderos y los encantamientos impermeables o tipo paraguas no resistirían la tormenta de verano que estaban experimentando. Así que, como hacía en sus días libres forzosos, estudió.

Estaba rodeada de sus textos avanzados sobre Aritmancia, Transfiguración y Runas en el pequeño rincón junto a la ventana. Y, por supuesto, el libro de texto de Severus. Probablemente ella había estudiado ese más que todos, hasta el punto que Slughorn se pavonearía sobre lo gran alumna que era y se preguntaría cómo la había pasado por alto. No es que a ella le importara; Hermione ya no quería la aprobación de sus profesores. Severus se había ido, y aunque él no era todo su mundo, había sido una gran parte de él. Se había mantenido en contacto con Sirius y Remus, y esporádicamente con Lily, quien solo hablaba de un novio misterioso, pero no era lo mismo. Se preguntó si habría sido tan distante durante su último año en Hogwarts si se hubiera quedado en su era anterior. Los primeros tres años habían estado plagados de problemas y dudaba mucho que los últimos cuatro hubieran sido diferentes.

"Emonee", llamó la vocecita de Oliver desde el pasillo. "¡Emonee guega!" -chilló cuando entró en su habitación con dos juguetes de peluche.

Ella sonrió, tomando su varita a su lado y haciendo que su conejito de peluche saltara de su mano y bailara por la habitación. Él chilló, aplaudiendo con sus manitas regordetas.

Oliver, de menos de un año y medio, era uno de los aspectos más destacados de su regreso a la casa de los McGonagall. También era un recordatorio de lo sola que estaba. Al regresar se le ocurrió que en realidad había pasado menos de un año de su vida con la pareja. Y aunque todavía le daban una cálida bienvenida en casa y la trataban como familia, era más obvio sin Severus allí para llamar su atención que ella no encajaba del todo.

"Ollie, deja a Hermione en paz, cariño", dijo Delia con voz cansada antes de entrar a la habitación.

Todavía era encantadora, pero había nuevas líneas alrededor de sus ojos y su postura lucía un poco más cansada que hace tres años. Pero también había una dicha en Delia que Hermione no podía negar.

"Está bien, no me molesta", insistió.

Delia levantó a Oliver, quien rápidamente se quedó en silencio y trató de zafarse de sus brazos. Delia resopló, tratando de agarrar mejor a su inquieto hijo. "Lo sé, créeme, ya sabes cuánto aprecio que lo entretengas cuando tengo que preparar la cena. Cada vez que lo cuidas, tengo el par de horas más relajantes que he tenido en mucho tiempo. Pero también sé..." Oliver finalmente dejó de intentar escapar y se dejó caer sobre el hombro de Delia. Ella puso los ojos en blanco y luego miró a Hermione con simpatía. "Pero también sé lo difícil que es distraerte mientras tu amor está lejos. Cuidar a un bebé no ayudará, sólo te hará sentir nostalgia por el futuro. Lo cual también sé que ahora mismo parece incierto".

Hermione evocó una vaga imagen de Aurora Snape en su mente y deseó poder recordar si compartía algún parecido con la hija de Severus.

"Se siente tan incierto", confesó.

Delia se sentó al lado de Hermione. "Bob tampoco me pidió que me casara con él antes de partir para su aprendizaje. Sabes que trabajé para Flourish & Blotts justo después de Hogwarts, y me gustaba mi trabajo, pero eso no impidió que mi mente se volviera loca. Me preguntaba si habría alguna chica que a Bob le gustara más que yo. Y Min, bueno..." Delia suspiró. "Son las dos caras de la moneda, Hermione. Arriesgarse o no. Yo me arriesgué y esperé, y estoy bastante contenta con el resultado. Min, bueno, después de Hogwarts se enamoró de un chico local. Supongo que chico no es la palabra adecuada, ya era un hombre. Era un muchacho apuesto en su juventud y Min estaba bastante cautivada por él. También aceptó su propuesta. Pero luego rompió el compromiso y se fue a trabajar al Ministerio."

Corrigiendo El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora