Capítulo 70

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Aurora le llevó poco más de quince horas de trabajo de parto. Leonidas tardó cuatro. El Snape más joven tardó poco más de una hora.

En el momento en que Hermione viajó en el tiempo, supo que algo andaba mal. Aun así, no tuvo tiempo de pensar en eso: Severus la necesitaba.

Reapareció en un Gran Comedor vacío. Se desilusionó y comenzó a moverse. No fue hasta que se escondió en el nivel inferior del cobertizo para botes que se le rompió la fuente y comprendió qué andaba mal.

Aún habiendo nacido dos meses antes, el pequeño protestaba con fuerza por haber venido al mundo, aunque no tan fuerte ni tan ruidoso como sus hermanos.

Severus envolvió a su pequeño en su túnica, la limpió y la rasgó hasta dejarla en un tamaño más apropiado, dejando a Severus solo con su levita arruinada. Limpió suavemente a su hijo con ojos llorosos mientras le aplicaba un hechizo de diagnóstico.

"Sus pulmones están débiles, como era de esperar" —dijo con voz áspera, metiendo la mano en su túnica y destapando un frasco con los dientes. Le ofreció al bebé un par de gotas de poción fortalecedora y sonrió levemente, ya que sus llantos se volvieron mucho más saludables después de una breve pausa.

"Déjame verlo" —dijo Hermione, extendiendo sus manos hacia su esposo. No soltó al bebé de inmediato, sino que se movió para sentarse junto a Hermione. Solo entonces le pasó el bebé a su madre, y Hermione hizo lo mismo que había hecho con sus otros hijos, lo amamantó para calmarlo.

"Es perfecto. Un poco pequeño, pero..." —Se encogió de hombros, rozando su mejilla con el pulgar—. "Severus, quiero llamarlo Alastor."

Cuando su esposo se echo hacia atrás para mirarla, se preparó para defender su decisión. El asombro en su rostro la hizo detenerse.

"¿También querías llamarlo así?" —preguntó después de un momento, y Severus asintió. "Eh, finalmente pudimos nombrar a un niño juntos estando realmente de acuerdo."

Bajaron la mirada hacia su hijo, que ya se estaba quedando dormido por primera vez.

"Llévatelo" —dijo Severus con voz áspera. Hermione lo miró y vio el anhelo y la resignación en sus ojos. "Toma a Alastor y vete. Esto no ha terminado."

"¿Y dejarte a ti? ¿A Aurora?"

"Ve con Leonidas. Llévalo con su hermano" —dijo Severus, acariciando el fino cabello negro de la cabeza de su hijo. Volvió a mirar a Hermione—. "Te amo."

"Yo también te amo. Así que no arruines todo mi duro trabajo."

"Estoy muerto, ¿dónde más debería estar sino en el Gran Comedor?" —preguntó, arqueando una ceja. Cuando vio que iba a sermonearlo, añadió—: "Ayudaré a Poppy."

Ella asintió, sus labios se curvaron hacia abajo. Agarró su cabeza y lo atrajo hacia ella, besándolo con todo el amor que pudo.

"No mueras mientras yo no estoy, ¿me escuchas?"

"Sí, querida" —dijo con voz áspera. "Vamos, te ayudaré a ti y a Alastor a subir al bote."

Severus y ella se pusieron de pie, aunque ambos temblaban. Él hizo desaparecer el desorden dejado por su experiencia cercana a la muerta y por la nueva vida que había llegado al mundo, y bajaron juntos las escaleras para poder ayudarla a subir al bote.

Hermione lo miró por encima del hombro, sintiendo el frío cosquilleo de un encantamiento desilusionador. Alastor se inquietó un poco, pero se calmó rápidamente, y ella lanzó el encantamientos sobre el bote. Parecía que no había pasado nada de tiempo y a la vez que había pasado una eternidad cuando llegaron a Hogsmeade, el pueblo estaba tranquilo y vacío cuando ella bajo del bote, agarrando fuerte a su pequeño. Atravesó las calles hasta el Cabeza de Puerco, solo para encontrar que no había puerta. Perpleja, se movió para verificar si todavía había ventanas, y las había, estaban escarchadas.

Corrigiendo El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora