Capítulo 5.
Corre, corre pequeña pecadora.
──── •◦ ♛ ◦• ────
— ¿Piensas irte? —me pregunta con suavidad, su mano temblorosa acariciando mi rostro.
— Escuchaste la historia, ¿verdad? —respondo, observando cómo su cabellera blanca cae desordenadamente sobre su cara, ocultando sus ojos llenos de preocupación.
— Sí, pero —susurra con miedo visible—, ¿y si mueres?
— Nada malo sucederá —le digo con una sonrisa tranquilizadora.
— La ninfa no volvió a pisar el Salón de los Espejos —me recuerda—. Si es un lugar olvidado, deberías dejarlo así.
Un lugar donde los reflejos distorsionados contaban historias olvidadas. Sus paredes cubiertas de moho antiguo, los espejos rotos que aún mantenían destellos de magia.
— La ninfa —replico— necesita encontrar el salón. Si no, ¿cómo sabré la razón por la que estoy aquí?
— No la necesitas —responde con lágrimas en los ojos—. Me tienes a mí, tienes a Cael, tienes a mi mamá.
Asiento, pero no es suficiente. Quiero más. Quiero conocer quién soy. No puedo más. Y por más que ella me suplique, tomaré una decisión y no voy a dejarlo solo porque ella piensa que moriré. No nací para eso.
—Sí —le digo con tranquilidad—, los tengo a ustedes, pero... me hace falta algo.
— ¿Qué? —escucho la desesperación en su voz —. ¿Dinero? Robamos. ¿Comida? Comemos y robamos. ¿Amor? Yo te doy.
—No es eso —le digo mientras limpio sus lágrimas—. Es algo aquí —señalo mi pecho.
— ¿Un corazón? —Duda—. Pero tienes uno.
La miro y no soy capaz de negarle eso. No tengo, no tengo corazón por el cual latir. No tengo lo que llaman los seres de aquí una razón. Soy un ser sin su órgano más vital: mi corazón.
—Vamos, Aqueron —tomo su mano con suavidad—. Sofía debe de estar esperándote y es momento de que te lleve.
Solo mueve la cabeza y no emite ninguna palabra. La cargo y comienzo a salir. Cael salió con el libro, sabrá los dioses para dónde. Camino. La casa de Aqueron queda muy cerca del bosque. Sigo preguntándome por qué Sofía no va a vivir a otro lugar, pero no soy quien para meterme en sus cosas. Veo como la puerta se abre y una mujer hermosa como Aqueron sale y me saluda.
—Hola, Lysi —me dice tomando a Aqueron en sus manos. La piel pálida de esta me asombra—. Feliz cumpleaños. Aqueron me dijo que te iba a dar un regalo.
—Sí —le digo, mirando la delgadez de su cuerpo—. Sofía, recuerda que el bosque es peligroso y más el océano—. No puedo dejar de observar cómo sus huesos se pronuncian—. ¿Has comido algo?
—La verdad —dice aún con Aqueron en sus manos—, no he podido alimentarme bien. Hemos tenido algunos problemas económicos. La melza está llegando, matando los cultivos y no hemos podido hacer las cosas bien.
La melza, una plaga que marchitaba los cultivos y llegaba a los lugares más recónditos para matar de hambre a los habitantes, los brujas de brookylin dejaron escrito durante años que la melza sería la plaga que ellas dejarían para que recordaran el poder que ellas pueden tener por eso las odian, porque ellas han causado daño sin ni siquiera estar aquí.
—Tengo comida en casa —le digo—. Si necesitas algo, le avisas a Cael.
— ¿Y tú? —me pregunta.
ESTÁS LEYENDO
Prisión Escarlata
FantasíaPerseguida por sombras y atormentada por sueños premonitorios, lucha por sobrevivir en un Londres donde la realidad se mezcla con la fantasía. Un hilo rojo la conecta a una entidad misteriosa que parece conocer todos sus movimientos. Atrapada en una...