Capitulo 2

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Capítulo 2

Nacimos para ser olvidados, no creo.

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Cinco años en un futuro incierto.

— No lo puedo hacer — escucho su respiración cuando pasa la lengua por mi nuca — no puedo caer en la tentación de hundirme en la destrucción ¿Qué dices lysandra, merezco comerme el mismísimo infierno con la boca con la cual te voy a comer tus sueños?

— No... — El tartamudeo de mi voz delata todo lo que siento — no pienso caer en tu juego

— Cual juego bruja — su respiración baja hasta el inicio de mi clavícula y sé que se nota lo erizado que están mis pezones — si lo único que deseo está aquí, controlando todo lo que siente por mí.

Bruja, esa palabra que he escuchado desde que desperté, malas, asesinas y sedientas de sangre, pero dicen que soy una de ellas por que, por que nací con un hilo rojo.

— No siento nada por un asesino.

Y sé que la forma en que se lo dije hizo algo porque lo único que observo es como su cuerpo comienza a alejarse y mirarme con mucha atención.

— Que mal hablada eres — la lujuria de sus ojos me recorre el cuerpo — pero que deliciosa lengua tienes, dime amore mío, me permite usted besarle los pies y arrodillarme ante mi verdadera perdición.

— ¿Desde cuándo? — y él sabe que lo pregunto

— Desde la primera vez que te vi desde el espejo

— Era una sombra

— Nunca fue una sombra, siempre fui yo, tu víctima, tu carcelero, tu verdadera destrucción.

— ¿Moriré?

— Siempre estuviste muerta.

Y sé que está diciendo la verdad porque mis manos comienzan a temblar y mi mente viaja a lo que en algún momento pensé que era mi realidad.

Londres Blanco (Cinco años en el futuro)

Brooklyn 1 hora antes de las llegadas de las brujas.

El cuchillo se resbala de mis manos mientras ella comienza a correr.

— ¿Por qué huyes, pequeña? —pregunto mientras el viento lleva el sonido de sus jadeos hasta mí.

— ¡Aléjate! —grita, esquivando los árboles.

— ¿Sabes dónde estás entrando? —le digo mientras la luna se desliza por las sombras.

No me mira. Corre, corre fuerte como la presa que es.

— ¿Por qué corres, pequeña? —le digo—. Sabes los peligros que hay en el bosque, ¿verdad?

—Prefiero —escucho su suave tono de voz en mi cuerpo, haciéndome temblar—, prefiero que me mate un animal que tú.

—Entonces lucha —digo, el enojo ya llegando a lugares inhumanos—. Lucha, maldita sea, Lysandra, lucha y deja de correr como cobarde.

Veo cómo se detiene. Oh, claro, un abismo. Es lo único que la hará reaccionar, la hará enfrentarse a la verdad: morir.

—Tú... —dice con odio en su mirada.

—Sí, yo —le digo mientras observo cómo tiembla—. Siempre yo.

—No —comienza a negar—. ¿Por qué?

Prisión EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora