Capitulo 13

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Caza, caza pequeño ratón. 

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La cacería. Eso es lo que escucho mientras los demás se ríen cuando desnudan mi cuerpo y solo queda una pequeña muestra de quién soy en realidad.

—A partir de ahora —dice quien osa ser el rey de este lugar, las facciones de Damian también las tiene él y me parece absurdo que sean tan diferentes— eres una presa.

Veo cómo se baja del trono y comienza a caminar hasta donde estoy.

—Una presa la cual será cazada por la bestia. ¿Tienes miedo?

La osadía de mi boca es lo que siempre me trae a estos lugares, pero él solo sonríe y se acerca hasta mi oreja, donde siento su aliento chocar conmigo.

—¿De ti? —susurra—. De ti jamás. Tengo poder, tengo todo lo que quiero.

—Pero no a tu mujer.

Y sé que he golpeado un lugar que me llevará al vacío porque el que se haya tensionado hasta el punto donde escucho su corazón martillar.

—No la tienes a ella, ¿verdad? —y sigo hablando—. No tienes quien te hacía feliz, quien causaba tus risas. Ahora eres un maldito amargado sin ánimos de vivir porque eso eres: un cascarón vacío sin su rastro de luz.

—Vas a morir y nunca te volveré a ver porque te cortaré la maldita lengua.

Sonrío. Puede lograrlo, eso es verdad. La diferencia es que no me pienso dejar arruinar.

—Buena suerte con eso —digo, manteniendo mi mirada fija en la suya—. No soy tan fácil de doblegar.

Él me mira con una mezcla de furia y curiosidad. Veo el conflicto en sus ojos, la lucha interna que está teniendo consigo mismo. Su poder, su control, se tambalean frente a mi desafío.

—La cacería comienza ahora —anuncia, dando un paso atrás—. Que la bestia te encuentre, si puede.

Siento cómo los guardias me empujan hacia la puerta trasera, abriéndola hacia la oscuridad del bosque. La fría noche me envuelve, y el miedo intenta apoderarse de mí. Pero no me dejo vencer. Respiro hondo, preparándome para lo que viene.

—Corre, Lysandra —me digo a mí misma, y empiezo a moverme, adentrándome en el bosque.

El terreno es traicionero, las sombras se alargan y se mueven, creando ilusiones que intentan distraerme. Cada sonido, cada crujido de las ramas, me pone en alerta. Debo mantenerme enfocada, recordar por qué estoy haciendo esto.

—Aqueron, Cael —susurro, recordando sus rostros, sus voces—. Por ustedes.

Sigo corriendo, sintiendo la adrenalina bombear por mis venas. No puedo permitirme detenerme. La bestia está cerca, lo sé. Puedo sentir su presencia, su hambre por cazarme.

Pero también sé que tengo algo que ellos no tienen. Tengo la determinación de sobrevivir, el deseo de proteger a quienes amo. Y eso, más que cualquier magia, es mi mayor fuerza.

Mientras corro, una idea empieza a formarse en mi mente. Un plan para usar el bosque a mi favor, para convertir la cacería en mi ventaja. Debo encontrar un lugar donde pueda esconderme, donde pueda preparar una emboscada.

—Piensa, Lysandra —me digo a mí misma—. Usa tu ingenio.

Finalmente, veo una cueva a lo lejos, su entrada oscura y aparentemente profunda. Me dirijo hacia ella, esperando que me ofrezca el refugio que necesito. Al llegar, entro rápidamente, adentrándome en la oscuridad.

Prisión EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora