Capitulo 4

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Capítulo 4

No caigas, es una trampa

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Murio.

Escucho como gritan mientras estoy alrededor de ellas, como sus cuerpos comienza a danzar a mi alrededor

Murió

Murió

Es lo único que escucho mientras mis lágrimas comienzan a caer

Despierta

Despierta

Bruja

Bruja

No soy una bruja me repito, y no sé qué las hizo callar, pero mis respiraciones se tornaron intensas y lo observo, una sombra, el frio su cuela, el miedo me asume pero no de el, de ellas, tengo miedo de que ellas lo vean, esta al fondo, mirándome con atención, vuelven a gritar y mis gritos se mezclan con los de ellas, ayuda, por favor necesito ayuda.

Miro a mi alrededor no hay nadie, solo soledad, no quiero estar sola, no me gusta lo oscuridad, mama.

No, él no es mama, está a centímetros de mí, comienzo a correr, no sé en que momento comencé a correr, pero el que me mire como si fuera algo que desea destruir me hace correr con más fuerza.

Detente lysandra

Y después de eso, oscuridad.

El jadeo me hizo darme cuenta de que había sido un sueño, desperté y el sudor se colaba en mi frente, no se en que momento llegue a casa, pero el que tenga el libro en mis manos me dice que fue en cualquier momento

Miro la nieve caer del techo y es como si hubiera estado dormida durante mucho tiempo, la luna se forma y no se que hora glacial es, pero sé que puede ser más de las 12 de la noche.

Comienzo a bajar las escaleras, aun con el libro en mis manos, el sueño que tuve se repite constantemente y en ella siempre el me perseguía. El olor familiar a su esencia de chocolate me invadía a sonreír y quitar el cansancio que tenía en mi rostro

Cael estaba sentado junto al fuego, con una expresión de cansancio en su rostro y una barba desaliñada de varios días.

— ¿Cómo te fue? —preguntó sin levantar la vista.

—Bien —respondí con una sonrisa que intenté que fuera natural—. Traje algo interesante.

Me acerqué a él y el olor a chocolate se intensifico, y le di un beso en la mejilla, pero ni siquiera se inmutó, como si el fuego tuviera un efecto hipnótico sobre él.

Lo mire y decidí sentarme en el suelo a acompañarlo en su soledad.

— Alguna vez — comencé y escucho su suspiro — pensaste que estaríamos aquí, en este lugar.

— No.

— Pero.... — insistí ­— dime que quieres ser cuando seas grande.

— Ya no pienso en eso — sus ojos aun puestos en el fuego — estoy muy grande para pensar en cosas de niños

— Eres joven.

— No más de lo que crees.

Tomé su brazo y me apreté más a él, le gustaba cuando lo molestaba y comenzaba con mis preguntas tontas, Cael tenía la costumbre de perderse en su mundo y enviarme lejos cuando eso pasaba, no sé qué tenía su cabecita, pero en alguna parte de ese corazón noble había algo que lo había dañado tanto que a veces mi salvador necesitaba ser salvado.

Prisión EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora