Capitulo 12

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Cuenta pequeña oveja. 

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—1...2...3 —murmuro, sintiendo su presencia a mi alrededor.

—Durante años —continúo en voz baja—, he sido irrelevante. Durante años me he negado a utilizar mi magia por miedo a lo que dirían, por miedo a quien soy.

Puedo sentir sus ojos sobre mí, incluso sin haber entrado a la celda. Estoy arrodillada, como si estuviera a punto de ser sacrificada como un vil animal.

—Pero ahora —digo con más fuerza—, ahora no me importa una jodida vida quiénes son ustedes. Yo vine por alguien y no voy a dejarme morir por ningún rey.

El olor a azufre se intensifica, la celda comienza a temblar, y los barrotes se fusionan en uno solo. Hilos dorados emergen de mi mano y el calor se intensifica, más suave que la primera vez, pero ahora lo puedo resistir.

—Detente —escucho la voz desde el pasillo—, detente, vas a destruir el castillo.

No sé qué es lo que él ve, pero el miedo está reflejado en su rostro. Las palabras salen de mi boca sin pensarlo.

—Luz... —mi voz tiembla—, oscuridad y sangre.

En ese instante dejo de ser yo. La magia brota de mi cuerpo por cada uno de mis poros. La luz dorada se filtra en la cueva y los centinelas comienzan a correr. Los veo a mi alrededor, intentando evitar lo que estoy a punto de hacer. Una sonrisa se forma en mi rostro. Nadie, nadie podrá detenerme.

—Detente —una voz ronca se filtra por mi lado derecho y tiemblo—, detente ahora, pequeña bruja.

—No... —balbuceo—, no, me van a matar y necesito encontrarla.

—¿A quién?

Quiero decirle, pero solo niego con la cabeza. Y si le digo y la mata para hacer feliz a su rey...

—Pídelo —escucho la súplica—, pídelo y te lo daré, solo dime qué es lo que deseas.

—A ella —cierro los ojos mientras siento cómo la magia se apodera de mí—, quiero a la niña.

—Tus deseos —escucho cómo se aleja—, son órdenes.

—Lysi —siento cómo el corazón que no tengo comienza a vibrar—, Lysi, aquí estoy.

Abro los ojos y la veo. Su cabello blanco cae sobre su rostro, una sonrisa de oreja a oreja y esos hermosos ojos plateados me miran con fascinación.

—Lysi —continúa—, estás brillando como una estrella, pero los centinelas están cagados del miedo. Míralos, te están mirando como si fueras a destruirlos.

—Lo pienso hacer.

—¿Por qué?

—Por ti.

—Pero mírame, yo estoy bien —dice, dándose una vuelta, y la sonrisa que se forma en mi rostro la hace reír—, soy una princesa.

—Te secuestraron —las lágrimas caen por mi rostro.

—Por ti.

—Lo siento tanto.

En ese momento caigo en un abismo que nunca había sentido. Siento manos a mi alrededor, intentando detener lo que mi tormento ha comenzado a crear. La magia se intensifica y no sé quién es esta persona, porque no soy yo.

—Detente, pequeña bruja —siento sus brazos a mi alrededor, protegiéndome de lo que puedo causar—, detente, me estás destruyendo, me estás destruyendo por dentro.

Prisión EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora