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Al salir del baño con una toalla en su cabeza, Saya notó a Boruto que estaba sentado en el bordo de su cama con una mirada perdida, tocando su ojo.

(¿Qué hace él aquí? ¿Por qué Sarada lo dejo entrar? ¿No puedo tener libertad ni en mi propia habitación? Menos mal me vestí antes de salir) Pensó la chica, mientras caminaba hacia el rubio.

—¿Sabes lo que se llama privacidad?

El Uzumaki levantó la vista, al escuchar su voz. —Oh, hola, Saya. — Saludo, ignorando su pregunta.

Al ver su mirada decaída la chica no continuó con el tema, y se sentó a un lado. —¿Qué sucede? No eres de los que me visita porque si.

—Es culpa del ogro de tu hermana— Murmuró Boruto, recordando la expresión para nada feliz de Sarada al verlo en la puerta.

De milagro lo dejo entrar.

Al no poder escuchar lo que dijo, Saya lo observó confundida.

De inmediato el rubio negó con la cabeza. —No es nada.

—Oh.

—Yo solo... Quería saber.. Tú ¿qué crees que sea lo que me pasa en el ojo?

El que se tomará la molestia de venir especialmente para preguntarle eso, Saya pudo notar de inmediato lo mucho que le preocupara.

—Bueno, no estoy muy segura... Después de todo, aparte de ti nadie puede verlo ¿no?— Respondió Saya secando su cabello, antes de hacer una pausa.

—Si.. Debo sonar como un tonto, ¿verdad?

—Tienes razón— Admitió Saya con poco tacto, lo que causó que el Uzumaki la volteara a mirar con obvias quejas en su expresión.

Saya acerco su rostro al de Boruto de repente, mientras una leve sonrisa aparecía en su rostro. Aquel repentino gesto sorprendió mucho al rubio.

—Pero, por más tonto que suene, te creó.

De inmediato el Uzumaki sintió su rostro arder, ya sea por la cercanía, aquellas palabras dichas con tanta seriedad o aquella sonrisa que a sus ojos era la más hermosa.

Su corazón latía con fuerza, pero aún así Saya no noto nada de eso, volvió a su postura inicial, mientras retiraba la toalla de su cabeza.

—Es como si fuera algún tipo de medicina que hace que pierdan la calma, tendría que experimentarlo en persona para llegar a una conclusión.

—Si...

Saya notó de inmediato qué Boruto no parecía prestar atención a sus palabras.

Con un suspiro, se levantó.—¿Quieres salir un rato? Dudo que Sarada se de cuenta.

Boruto acepto sin dudar su invitación, y unos momentos después ambos caminaban por el parque disfrutando del silencio.

Ambos pensando en dos cosas totalmente distintas, en ese momento el estómago de Boruto comenzó a sonar, llamando la atención de Saya.

—¿No has comido?

—Bueno, yo...

—Escapaste de casa antes de cenar, ¿verdad?

—Si.

—Eres un caso— Saya suspiro. —Volvamos a casa.

—¿Eh?

—Sarada acortó su entrenamiento para hacer la cena, no puedo invitarte a comer afuera.

—No es necesario, volveré a casa.

Hilo rojo [Uzumaki Boruto] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora