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Toque la puerta y espere a que mateo me abra la puerta.

El abrió y la imagen que vi me destrozó.

Sus ojos rojos, su pelo despeinado, su ropa desarreglada, sus ojeras eran gigantes.

Lo abrace y el rompió en llanto.

—Perdón.

Cerré la puerta detrás mío y fuimos a su cuarto.

El se acostó encima de mí y sollozo.

—No me tenés que pedir perdón.

—Ayudame, chiquita.

Asentí y sollozo en mí pecho.

Acaricie su cabeza y su espalda.

Mientras el se bañaba yo ordene un poco el departamento y me encargue de buscar todas las bolsas de droga.

El se cambió y me abrazo.

—Ya está Matu, deja de torturarte.

—Vos tenías razón y no te escuché.

—No pasa nada, eso quedó en el pasado, ahora lo importante es que dejes esto.

El asintió y acaricie su cuello.

—Vamos a empezar tirando esto —dije y el asintio.

Tiré las bolsas y el suspiro.

—No va a ser fácil, pero vos podes.

El asintió de nuevo y agarre su mano.

Me miró y dejo un beso en mí mejilla.

—Me estoy aguantando para no chaparte.

—¿Que te lo impide?

El sonrió y me beso.

Yo se lo seguí y nos separamos por falta de aire.

Me dio un abrazo y dejo un beso en mí pelo.

—Gracias por no hacerme caso.

Ambos reímos y hablé.

—¿desayunamos?

El asintio y preparamos el desayuno.

Desayunamos y después vi como sus manos comenzaban a temblar.

El intento ocultarlas pero yo las agarre entre las mías.

El me miró y acaricie sus manos.

—No va a ser fácil.

El asintió y decidimos ir a su cuarto.

Nos acostamos en la cama pero el se levantó rápidamente y corrió al baño.

Lo seguí y lo vi vomitar, me acerque y acaricié su cuello.

El se enjuagó la boca y me abrazo.

Correspondi a su abrazo y acaricie su espalda.

(…)

Esto es muy difícil.

Es muy difícil los cambios de humor de Mateo.

Un día está muy cansado, otro día tiene mucha energía, un día ni me habla y otro día no se despega ni un segundo de mí.

Intento tener paciencia con el porque se que es un proceso muy difícil pero ya se me está terminando la paciencia.

El se despertó y me abrazo.

Yo correspondi y apoyo su cabeza en mí pecho.

—¿Cómo te sentís?

¿Amor o odio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora