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Por fin Mateo está cien por ciento recuperado.

Y también me encargue de que no pueda conseguir más droga.

Nadie se la va a vender y su papá no se la va a dar.

Recibí una llamada y fui a la dirección que me dijeron.

Llegué y era justo lo que pensaba.

Estos dos no se cansaban.

Pero esta vez fue distinto, llegue y vi a los dos en el piso.

Me acerque a mí papá rápidamente y vi que le habían disparado.

—Papi, no cierres los ojos, por favor.

—Nicki, te... Quiero.

—Papi, vas a estar bien te lo prometo, pero no cierres los ojos.

Sus ojos se empezaron a cerrar y en eso llego la ambulancia.

Lo subieron a el y detrás de esa llego otra y subieron al papá de Mateo.

Mateo se me acercó y me abrazo.

—Vamos al hospital, chiquita.

Asentí con lagrimas en los ojos y fuimos al hospital.

Me reí al darme cuenta de que mí papá y el de mateo estaban en la misma habitación.

Mateo me abrazo y beso mí frente.

—¿Va a estar bien?

—Si chiquita, no te preocupes, linda.

Estuvimos esperando hasta que decidimos irnos.

—Estoy muy cansada de esto.

—Yo también, linda.

—¿Cuando va a terminar esto?

—Espero que en poco tiempo, pero para que esto termine uno tiene que morir.

—Ojala se llevarán bien.

—Me encantaría que eso pase, sería todo mucho más fácil.

(...)

Entramos en la habitación y yo fui con mí papá.

—¿Cómo estás?

—Bien, hija.

Agarre su mano y sonreí.

—¿Lili vino?

—No, se quedo en casa, eso me dijo.

el asintió y miro a su lado.

—¿No crees que es momento de dejar esto de lado?

El negó y suspire.

—Todo sería mucho mejor.

—No, las cosas son así.

—Pero la podes cambiar.

—Pero...

—Nicole, basta.

Me aleje un poco y mateo se me acercó.

—¿Querés que nos vayamos?

—Si, va a ser lo mejor.

Nos fuimos y suspiré.

—¿Que pasa chiquita?

—No quiere dejar la pelea con tu papá y yo ya no sé cómo hacer para que me escuche, no entiende que lo único que quiero es paz.

—Te prometo que se va a solucionar, ¿Si?

Asentí y lo abracé.

Fuimos a su departamento y yo me senté en el sillón.

El se sentó a mí lado y recosté mí cabeza en su hombro.

El paso su brazo por encima de mis hombros y suspiré.

—¿No te gustaría escaparnos un día de todo esto?

—Si, pero ¿Donde?

—Donde quieras, linda.

—¿Podemos ir a Bariloche?

—Obvio, ¿Mañana?

—Si.

—Okey, voy a comprar los pasajes.

El agarró la computadora y compro los pasajes.

Le avisé a Liliana y ella me dijo que teníamos que volver en menos de dos semanas.

Fui a mí casa y arme las valijas.

Volví a la casa de Mateo y cenamos.

Nos acostamos a dormir pero no pude hacerlo.

Me levanté y salí al balcón.

A los minutos unas manos rodearon mí cuerpo y sonreí.

—¿Que pasa linda?

—Estoy muy cansada de todo.

—¿Todo?

—Si, no quiero que mí papá siga con esto.

—Linda, es muy difícil dejar de ser narco y si el no quiere es mucho más difícil.

—Pero a veces siento que no le importa lo que yo sufra.

—Tranquila hermosa, si necesitas algo me tenes a mí.

—Gracias, Matu.

El dejo un pequeño beso en mis labios y correspondi.

—Te amo.

—Te amo.

Entramos en la casa y nos acostamos en la cama.

El me acostó en su pecho y me abrazo.

Suspiré y me dormí.

(…)

Nos subimos al avión y después de un rato llegamos a Bariloche.

Me encanta esta ciudad.

Entramos en la cabaña y dejamos las valijas.

Salimos y fuimos a un lago.

Nos sentamos en un pequeño banco y el me abrazo.

Por fin estoy en paz.

Y espero que nada ni nadie rompa está paz.

•••

¿Amor o odio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora