Capítulo 3; Febrero

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─ ¡No dejen sus cuentos cortos para el último minuto! ─ gritó Jennie justo cuando sonó el timbre, haciendo que sus alumnos de preparatoria se levantaran de sus asientos y salieran por la puerta

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─ ¡No dejen sus cuentos cortos para el último minuto! ─ gritó Jennie justo cuando sonó el timbre, haciendo que sus alumnos de preparatoria se levantaran de sus asientos y salieran por la puerta. ─Que tengan un buen fin de semana.

Con un suspiro cansado, Jennie se frotó el nudo del cuello y se levantó para borrar las indicaciones de escritura de la pizarra, perdiéndose un poco en sus pensamientos con el movimiento sin sentido.

─ Hey, hey, ─ canturreó Rosé, golpeando con un nudillo el marco de la puerta.

─Estás muy animada para ser 14 de febrero, ─ se burló Jennie, terminando de limpiar la pizarra.

─Estoy lista para emborracharme en el bar de Irene, ─ Rosé se encogió de hombros, entrando en el aula y tomando asiento sobre uno de los pupitres.

─ ¿Jisoo sigue con sus padres? ─ preguntó Jennie, dejando caer el borrador y limpiándose las manos con la parte delantera de sus vaqueros negros.

─No lo sé, ─ murmuró Rosé.

─ ¿Tú... no lo sabes? ─ repitió Jennie, arqueando una ceja en dirección a Rosé.

─No la vigilo, ─ resopló Rosé, apartándose el pelo suelto de la cara.

─ ¿Quieres hablar de eso? ─ preguntó Jennie, ofreciéndole a Rosé una media sonrisa comprensiva.

─Prefiero hablar del sexo que estás teniendo en la cervecería de Irene, ─ suspiró su amiga, tratando de dibujar una sonrisa en su rostro.

─Eso hará que me odies porque es un sexo jodidamente bueno, ─ soltó Jennie entre risas, guardando sus cosas en su bolso y luego colocándose su chaqueta de cuero. ─Así que hablemos primero de lo tuyo, luego puedes odiarme.

─Ni siquiera sé qué pasa con lo mío. Obviamente, también fue un sexo jodidamente bueno. Pero ahora se está poniendo rara, ─ refunfuñó Rosé.

─ Pensé que las dos estaban de acuerdo en lo casual. ─ Jennie tarareó, desplazándose por delante de su escritorio para situarse frente a Rosé.

─Así es, ─ afirmó Rosé. ─ ¿Me llevas al bar de Irene? Kyle me pidió prestado el coche para todo el día.

─No es el fin del mundo enamorarse de ella, Chae, ─ dijo Jennie suavemente, extendiendo la mano para frotarla arriba y abajo por el hombro de Rosé.

─Lo dices tú, señorita sexo casual en el lugar de trabajo de Irene, ─ se burló Rosé, incapaz de no apoyarse en el tacto de Jennie y encontrar consuelo allí.

─Tú no eres Lisa y yo. Acordamos que sería casual y que no habría sentimientos. Los sentimientos empañarían el... sexo sin sentido que estamos teniendo, ─ explicó Jennie, tirando de Rosé para darle un abrazo.

Los doce meses de navidad | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora