Capítulo 11; Octubre

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Jennie nunca había entendido a las personas que celebraban cada mes de una relación

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Jennie nunca había entendido a las personas que celebraban cada mes de una relación. Había salido con muchas personas de ese tipo, pero nunca había entendido la novedad del asunto.

Parecía una tontería conmemorar el hecho de sobrevivir uno o dos meses más.

De todos modos, así había sido antes de Lisa.

─Feliz segundo mes de aniversario, ─ entonó Jennie, deslizando un paquete envuelto por la barra e inclinándose sobre esta para besar a Lisa en la mejilla.

─ ¿Qué es esto? ─ preguntó Lisa, buscando sus labios enrojecidos para darle un segundo beso y luego ladeando la cabeza mientras miraba la caja.

─Sólo una cosita, ─ respondió Jennie encogiéndose de hombros con indiferencia.

─ ¿Has visto los beignets y las flores? ─ preguntó Lisa en voz baja, con las mejillas sonrojadas.

─Sí, eran maravillosos. Gracias. Mi clase estaba muy intrigada sobre quién podría ser mi mujer misteriosa de los beignets y las flores, ─ se rió Jennie.

─Y ahora yo recibo una caja misteriosa, ─ Lisa sonrió, agitando ligeramente la caja.

─Con cuidado, con cuidado, ─ dijo Jennie riéndose de nuevo, alargando la mano para calmar los movimientos. ─Está enmarcado.

─Lo siento, ─ respondió Lisa mientras su sonrisa se tornaba ligeramente tímida. ─ ¿Quieres tomarte un descanso conmigo? ─ preguntó, señalando con la cabeza hacia la trastienda.

─Como si alguna vez tuvieras que preguntar, ─ murmuró Jennie, rodeando el extremo de la barra y siguiendo a Lisa hasta la trastienda.

─ ¿Me conseguiste algo enmarcado? ─ preguntó Lisa, dejándose caer en el sofá y tirando de Jennie hasta colocarla casi encima de ella.

Jennie jugueteó nerviosamente con el dobladillo de su jersey, con una pequeña sonrisa en la cara. ─Mhm, ─ tarareó en respuesta.

─ ¿Por qué estás nerviosa? ─ susurró Lisa, dejando caer besos a lo largo de su hombro derecho.

─Es sólo que no quiero que abras esto y lo odies y luego me odies a mí, y entonces rompamos y todo se venga abajo, ─ dijo Jennie, con un tono de broma que se quedó un poco corto.

─Cariño, aunque me regalaras la foto más fea del mundo, la colgaría en la pared y fingiría que me encanta hasta que me regalaras algo nuevo, ─ bromeó Lisa en voz baja mientras acomodaba el cabello castaño detrás de su oreja.

─En realidad no es una foto, ─ murmuró Jennie, señalando el paquete con la cabeza.

─ No va a venirse abajo, ─ le aseguró Lisa mientras deslizaba un dedo por debajo de un trozo de cinta adhesiva en la parte posterior del regalo. Lo desenvolvió lentamente, manteniendo todo el tiempo la barbilla, la mejilla o la frente apoyadas en el hombro de Jennie. Y cuando estuvo completamente desenvuelto, lo único que Lisa pudo hacer fue esconder su rostro en el cuello de Jennie y aferrarse con fuerza a ella.

Los doce meses de navidad | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora