《O7》

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Sientes que hace horas estas dando vueltas. Caminas por cada rincón de la parroquia hasta que al fin logras encontrar a la Hermana Park.

La monja estaba barriendo las hojas secas.

- Hermana Park, deje que yo haga eso - te ofreces corriendo hacia donde estaba ella.

- Mi corderito - saluda con una cálida sonrisa - no es necesario, ¿no deberías estar leyendo?

Hiciste una mueca. Realmente detestabas leer.

Bah, había pocas cosas que no detestaras si tenías que ser honesto. Ahora habías descubierto que eras muy bueno bordando, así que perdías un poco de tiempo en ello, y habías descubierto que no solo eras bueno sino que hasta te gustaba. Lamentablemente no era algo que hicieran seguido.

Era algo que solo sucedía una vez a la semana. Los martes se reunían las mujeres mayores del pueblo, oraban y luego compartían largas charlas mientras bordaban. Así fue como te enteraste de la vida de tus ex compañeros.

El 50% se había quedado en el pueblo. Uno creería que ese número era un montón, pero la verdad es que solo habían terminados cuatro personas contándote a ti. Leejung había ido a probar suerte a Seúl y consiguió una beca, ahora era una coreógrafa bastante conocida. Recuerdas lo sorprendido que estabas cuando la viste por primera vez en la televisión. Tus otros dos compañeros se habían quedado en el pueblo siguiendo los trabajos de sus padres. Por ejemplo, Sangin atendía el supermercado; y crees que Jaesoo es el chico del que siempre se quejan las mujeres, ya que recuerdas que sus padres tenían una especie de comedor donde se preparaba comida y bebidas en el bar.

- Sabe que detesto leer Hermana - murmuras inflando tus mejillas - siempre fui más manual, lo mío es la práctica no la teoría.

La Hermana Park se ríe, una fuerte carcajada al oírte, y luego sientes como acaricia tu brazo con delicadeza.

- Hermana – dices haciendo un pequeño puchero - necesito mi mochila, quiero ir a averiguar si Changbin está bien - susurras luego de mirar a ambos lados y asegurarte que no hubiera nadie cerca.

La monja te queda mirando con sorpresa.

- ¿Cómo lo harás?

- Se el número de Binnie de memoria... pensaba ir a comprar un teléfono desechable y llamarlo - "bueno, es mentira, tengo un teléfono extra que solo conoce Changbin" piensas, pero si le decías eso no te dejaría salir, y la verdad sea dicha. Querías salir.

Necesitabas salir, sentías que en cualquier momento, tanta calma te iba a volver loco, y por sobre todas las cosas, querías dejar de usar el estúpido disfraz de novicia al menos media hora.

Dios. A cada segundo que pasaba más odiabas la estúpida situación en la que te había metido Changbin.

Extrañabas tu computadora, tu departamento, salir y ver si llevabas a alguna chica a un hotel. Extrañabas el ruido de los autos, de las personas hablando, los gritos y risas.

Sentías que podrías matar a alguien si seguías escuchando solo grillos y pájaros. No eras fanático de la calma.

Quizás disfrutabas ir a acampar una vez al mes, pero solo unos días. Ahora llevabas casi dos meses encerrado, y estabas que te cogías un hueco en la pared en el baño solo para hacer algo que revolucionara el pueblo y de lo cual luego se hablara.

Era desesperante. Tanta paz y tranquilidad debería ser ilegal.

- ¿Es necesario que salgas? ¿Y si alguien te reconoce?

- Peor sería que me escuchen hablando aquí - piensas rápido como excusa, luego dándote cuenta que había sido buena – al menos si me reconocen afuera puedo decir que estoy de visita.

Novicia - HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora