《O3》

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Estabas "meditando", y le pondrías más comillas si pudieras.

La verdad era que estabas cansado de fingir que hacías algo más que rascarte los huevos –literal, eran de tus pocos momentos que estabas realmente solo-. Se sentía como una especie de habitación de tortura el pequeño cuarto con una horrible alfombra bordo, lleno de extrañas vasijas y adornos, y donde en el centro, contra la pared, había una cruz gigante con el cristo ensangrentado colgado.

- Ofrecería mis dedos como ofrenda si sirviera de algo solo para hacer algo diferente - susurras, tirado boca arriba con los brazos y piernas extendidas- estúpido Changbin, recién había comenzado la tercer temporada de Peaky Blinders – lloriqueas con tu labio inferior estirándose hacia el frente.

Pataleas como modo de descarga, conteniendo tus ganas de gritar e insultar.

Siempre habías odiado este estúpido pueblo, por eso te habías ido en primer lugar al apenas cumplir la mayoría de edad. Lo peor de todo era que no solo estabas atrapado en una especie de siglo XVII, sino que a eso debías sumarle que no podías salir de la parroquia porque quizás alguien te reconocería.

Maldición. Habías crecido con toda esta gente. Solo bastaría con que algún vendedor te reconociera para que todo se fuera a la mierda. Ya era un milagro que nadie se hubiera dado cuenta en las misas.

En estos momentos lo que más querías era un celular. Si al menos lo tuvieras podrías pasar este tiempo viendo algún video, algún capítulo de alguna serie o anime.

- Debí haber comprado uno antes de llegar - susurras refregando tu rostro con ambas manos.

Aunque también podría ser un error. Quizás podrían localizarte. Te gustaba pensar que eras más "precavido" que "paranoico".

"¿Changbin estará bien? ¿Seguirá con vivo?" piensas mirando el foco, notando que su alrededor tenía una capa muy espesa de telarañas. Dios. Realmente esperabas que ese idiota este a salvo.

Podrías intentar comunicarte con él con el celular de respaldo, que no era otra cosa que un viejo y descontinuado celular que solo permitía mandar mensajes o hacer llamadas. Les había parecido buena idea tenerlos para aquellas noches en las que decidían ir a tomar alcohol a algún lugar de mala muerte pero con lindas bailarinas. Les servía porque podrían beber hasta perder la consciencia, y no debían preocuparse después por si hacían algo estúpido -como mandarle algún mensaje a alguna ex-. Solo se tenían agendados el uno al otro y por ello, gracias a esos celulares tenían un modo de encontrarse; y sobre todo, lo más importante, nadie les robaría esos celulares, ni nadie se los compraría en caso de que se quedarán sin dinero.

Habían hecho tantas estupideces, y perdido tantos celulares de las maneras más estúpidamente posibles, que esta había sido la mejor solución. Hoy, esperabas el idiota hubiera llevado ese descontinuado celular con él para comunicarse contigo.

- Si solo nos hubiéramos llevado dos fajos seguros no se habrían dado cuenta - piensas en voz alta.

Siempre es más fácil hablar con el diario del lunes.

Lo peor era que el idiota de Seo no necesitaba ese dinero, solo lo había sugerido por pura idiotez. Pero al final terminaste siendo más idiota vos por seguirle el juego. En tu defensa, en esos momentos solo habías pensado en todos los lugares donde podrían ir a gastarlo.

Te había parecido divertido, y no le veías nada de malo llevarte un par de billetes como seguro de vida.

Sueltas un largo suspiro. Por ahora ya no había nada más que hacer. Solo te restaba esperar en esta especie de retiro espiritual forzado.

Novicia - HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora