8: ¿Nos vamos, Mía?

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Mía Navas

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Mía Navas

12/9/2021

Barcelona 📍

Miré de nuevo a los chicos que estaban entrenando. Pedri parecía muy concentrado porque tenía el ceño fruncido. Ayer no dijeron que Pedri estaba nominado para el Golden Boy de la temporada pasada y yo no podía estar más orgullosa de él.

Os preguntaréis qué fue de Gavi, ¿no?

Básicamente seguimos cayéndonos mal, sigue igual de impertinente como siempre. Y por lo visto, tiene un nuevo "ligue" o estaba "conociendo" a una chica según me contó Pedri.

Mañana tienen partido contra el Cádiz en su campo por lo que yo tenía que ir.

Cuando acabaron todos de entrenar, me dirigí hacía los vestuarios para esperar a Pedri para irnos.

Mi novio salió con el pelo mojado de la ducha y besó mis labios bajo la atenta mirada de Gavi.

— ¿Nos vamos, Mía? — mi novio preguntó chasqueando los dedos en mi cara porque yo estaba sin apartar mi vista del sevillano, lo estaba mirando mal, me jodia que hasta el respirara.

— Em... Si, si. Perdón — sacudí la cabeza y ande a paso ligero hasta el parking.

— ¿Estáa bien, cariño? — el canario agarró mi brazo antes de entrar en el coche acercándome a él.

— Solo me duele la cabeza, no es nada — encogí los hombros y me monté en el coche.

Pedri se montó a mi lado mientras suspiraba y conectaba su móvil con el Bluetooth del coche para poner música.

Durante el trayecto no hablamos, cosa que agradecí. Tenía un dolor de cabeza insoportable que no me lo creía ni yo.

Nada más llegar a casa me tomé una pastilla y me acosté mientras Pedri estaba pendiente mía a cada rato.

En mi mente solo pensaba en la mirada que nos había echado el sevillano mientras nos besábamos. Nos miraba con tristeza, cosa que me hacía enfadar.

Por la tarde decidí levantarme y Pedri estaba preparando las cosas para irse a la ciudad deportiva para ir con la fisio.

— Me voy mi amor, cualquier cosa me avisas porfavor — dejó un beso en mis labios y cerró la puerta.

Me senté en la isla de la cocina replanteándome mi existencia hasta que decidí comerme unas galletas de avena que estaban asquerosas pero tampoco es que hubiera mucho en la casa que me gustara.

Me bebí el vaso de leche mientras veía una película en el ordenador.

Finalmente me quedé dormida de nuevo en el sofá hasta que sentí unos brazos abrazarme.

— Que susto — murmure adormilada mientras veía el rostro de Pedri.

— Perdón, amor — rió en bajito mientras se sentaba al lado de mis pies. — Mañana tenemos que pasar a recoger a Gavi antes del partido, ¿vale? — me contó y yo suspiré. Lo que me faltaba.

— Está bien — rodé los ojos.

Supernova ; Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora