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Tom






















La soledad jamás me asusto, jamás ha causado algún impacto que me derrote por completo.

No hasta qué te conocí.
















Deberían de pagarme por cada vez que me meto en lugares, donde fácilmente todos logran estresarme y ponerme de mal humor porque parece ser que soy un experto en aceptar en venir a este tipo de ambientes.

Lo bueno es que tenía a la menor enfrente de mi buscando y eligiendo cualquier cosa que se le ocurriera en aquella tienda de ropa femenina, aunque por el momento solo hemos comprado accesorios. Parece ser que le va muy mal con eso de las prendas más grandes.

-¿Qué te parece está blusa? Esta muy hermosa -

- Si está linda -
¿Hay  algo más difícil que complacer a una chica de dieciséis años? Porque puedo jurar que hemos estado más de dos horas en esta maldita tienda y aún no se decide por alguna maldita prenda de ropa. Literalmente las ve, le gusta, se las prueba y las devuelve al perchero de dónde las sacó, acompañado de una explicación de tristeza, a nada de llorar. Es una pequeña muy sensible al parecer.

-¿ Y si mejor vamos a comer algo? Creo que no me gusta nada de esta tienda...-

Y aquí vamos de nuevo volviendo a dejar la ropa en el perchero para cambiarnos de lugar y tratar de evitar la compra. Los adolescentes son tu tema definitivamente en especial cuando son chicas.

- Victtoria ¿Por qué no te comprás ya blusa y ya? La estás mirando desde hace treinta minutos, se ve que te gustó -
Los ojos de la menor estaban llorosos, sus mejillas rojas y sus manos jugando entre sí.

La sensación de ansiedad podía sentirla hasta aquí, no había que ser muy inteligente para darse cuenta de eso ¿ Será que fui muy duro y ya la cagué? No lo creo.

- Esa blusa es para chicas más voluminosas, no está hecha para mí y mi inexistente escote -

Su voz era temblorosa y su mirada se desviaba ligeramente hacia la blusa color azul, que tanto le había gustado minutos antes.

Aquí es donde me preguntó ¿en donde ve que no es voluminosa como para no usar esa prenda? Digo no es que le este mirando las tetas o algo así, pero esa blusa no parece ser para alguien que tenga las tetas enormes, incluso me atrevo a decir que a ella se le vería mucho mejor que a las supuestas voluminosas con las que tanto se compara.

Tomé la blusa del perchero y se la extendí, mirandola con una sonrisa poco visible pero que aún así estaba allí solo espero que logré verla.

- Cualquier cosa puede estar hecha para ti, solo tienes que tener una  confianza envidiable que haga que cualquier persona te odié -
La menor tomo la prenda con sus manos temblorosas, sus ojos azules ya no estaban llorosos y sus labios poco a poco iban mostrando una sonrisa hermosa. Al parecer mis palabras si sirvieron de algo ahora se le ve mucho mejor de ánimo y mierda raramente me sentía orgulloso de eso.

- Gracias Tom, creo que me convenciste -

- No hay de que. Hubiese sido un pecado si no te llevas es esa blusa -
Logré sacarle una pequeña risa, la cual fue una relajante melodía para mis oídos por un momento hasta se me olvidó el estrés que sentía de estar en un centro comercial.

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