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Tom












Y de un momento a otro, mis enormes ganas de seguir viviendo y siendo la estrella de rock
que tanto desee poder llegar a ser, se habían vuelto inexistentes.
Mis sueños y esperanzas ahora eran oscuros, cubiertos de una fina capa de angustia,
sufrimiento y dolor. Demasiado dolor.


⚠️ Si tienes estomago sensible, te recomiendo saltar este capítulo. ⚠️


01/09/2009











Las luces bajas, la emoción de sentir como todos me observaban enfrente de ese enorme
pastel, la atención brindada por todos mis seres queridos, sonriéndome y dándome
palmadas en la espalda con un "ya eres todo un hombre" lleno de sinceridad y amabilidad.


El día de cumpleaños es lo mejor que se ha podido inventar, sin duda.

— Pidan un deseo y soplen las velas, mis pequeños hombrecitos.—


Miré a Bill a mi lado, quién me sonreía cómplice, de la misma manera en la que yo le
sonreía a él. Ambos sabíamos perfectamente a que nos referíamos en ese momento.

Todos los años, hablábamos un día antes de nuestros cumpleaños, poniéndonos de
acuerdo para decidir que cosa pediriamos enfrente de las velas. Es una tradición bastante
cursi, pero la inventamos cuando teníamos ocho años.

Pensábamos que si ambos pedíamos el mismo deseo al mismo tiempo, la magia sería más
potente y que se cumpliría si o si. Algo muy tonto para algunos, pero muy especial para
nosotros.
Cerramos los ojos unos cortos segundos y terminamos por apagar las velas, siendo
aplaudidos de inmediato por todos los presentes, junto a serpentinas cayendo por todos
lados y muchos gritos. ¿Ven por qué amo mi cumpleaños? Es el único día donde todos los
que realmente me conocen, saben adorarme y amarme.


— ¿Se atrevieron a apagar las velitas sin mi? Que pecado.—

Todos miramos a la dirección en la que provenia esa conocida voz, hasta que por fin
pudimos visualizarla a los lejos, entrando por la puerta y con una sonrisa de oreja a oreja.


— Un poco tarde, ¿no crees, Lorelay?—


Me atreví a decir antes de levantarme de mi asiento y acercarme a ella, rodeando su
delgado cuerpo entre mis brazos. Bill copió mi acción, haciendo lo mismo segundos
después.

Los demás invitados solo siguieron en su mundo, algunos comiendo de la gran mesa de
aperitivos y otros esperando a que mi madre les diera un trozo de pastel.
Esto era algo que me encanta de los cumpleaños en casa, todo era muy hogareño y no tan
rígido como otros cumpleaños que nos tocó pasar en bares con Bill, por giras de la banda y
demás.


— Lo lamento, Chris se tardó demasiado en la ducha y casi perdimos el vuelo. Tienes
suerte de tenerme aquí ahora.—

— ¿Quién es Chris?—
Alcé una ceja cruzandome de brazos, para segundos después ver como un hombre alto,
con barba y cabello largo, se acercaba a nosotros con una extraña sonrisa grande. En mi
vida lo había visto por aquí.

— Chicos, les presento a Chris; mi nuevo novio.—


— ¿Qué acaso no es tu cuarto novio en el mes? Y estamos a primero de septiembre.—

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