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Victtoria
























  Mis ojos siguen botando grandes cantidades de lagrimas, llorando la indecencia de un hombre que se aprovechó de mí, pensando que era bueno para mi persona, aún así todos me dijeran lo contrario.

¿Y como se supone que vea la realidad a la que me enfrento? Si aún con mis ojos llorosos, es imposible ver al mundo teniendo mis oculares empañados. En mi caso, no es el mundo, es a alguien.





















El dolor de cabeza insoportable, luego de no haber dormido por más de tres horas, en realidad debe de ser uno de los sentimientos más asquerosos e incómodos que hay. Heidi Klum, en serio debes estar demente.

— Hoy tenia planeado ir a una rave con Daniel, mamá. ¿Por qué tengo que ir a una estúpida salida familiar en medio del bosque?—
Cuando digo que Heidi Klum está demente, no solo me refiero a que me haya despertado a las ocho de la mañana un día sábado, si no que también planeó a última hora, una salida al medio del bosque, en unas cabañas que arrendó por

adelantando. Hasta para Jayden todo esto es extraño y fuera de lo común.

— Es una salida familiar, Victtoria. Deja de discutir y haz tu maleta de una vez.—

— ¿Entonces por qué irá Tom y el novio de Jayden? Ellos no son parte de la familia que yo sepa.—
Literalmente he estado toda la mañana siguiendo a mi madre por detrás, tratando de convencerla de no obligarme a ir a esta estúpida salida familiar. Sé que ahora sueno como alguien amargada, pero hace años atrás me hubiese parecido genial, ahora ya es muy tarde y no me siento cómoda con ellos cerca.

— Tom ya es parte de la familia y Marcus irá porque lleva dos años con Jayden, ya es parte de nosotros. Ahora sube a tu habitación y ordena tu maleta.—

Es ahí donde se me ocurrió la mejor idea de todas. En serio, ¿por qué no se me ocurrió antes? Es simplemente perfecto.

— Bien, entonces le diré a Daniel que vaya por sus maletas a su casa y nos vamos.—
Es aquí, donde Heidi Klum se destuvo y me dio una mirada desagradable, antes de fijar su mirada en las escaleras y suspirar molesta. Es impresionante como la dueña de casa, no sabe que personas se meten a su casa.

— ¡¿Él durmió aquí?!—

En serio me encanta sacar de quicio a mi madre y hacer que su día sea más oscuro desde la mañana.

Ella lo hizo conmigo desde siempre.

— Por supuesto, está en mi habitación. Pensé que Lucrezia te lo había dicho cuando fue a despertarme.—
La mano de la mayor sostuvo mi muñeca y me miró con una ceja alzada, mientras sus mejillas cada vez eran más rojas y estaba a punto de estallar en rabia. En cualquier le sale fuego por las orejas, me encanta.

— No te atrevas a invitarlo, Victtoria.—

— Si cada uno lleva a un invitado, yo también tengo el derecho de hacerlo.—
Me solté de su agarre y fui rápidamente escaleras arriba, ignorando por completo los llamados de mi madre. Jodida maniática.

En el pasillo me encontré con Tom, quién llevaba su maleta en una de sus manos. Mierda, en serio yo debo tener muy mala

suerte, como para encontrarme con el hombre que anoche estuvo entre mis piernas y me hizo un quemarropa en la cocina.

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