Se levantó temprano para poder tener tiempo de arreglarse; se baño, cambio, maquillo, peino su cabello castaño en una coleta alta, para después desearle una buena mañana a Tlaco antes de irse.
—Portate bien, no salgas de la casa porque se roban a los niños bonitos como tú. —El gato no le haría caso y encontraría una manera para salir de la casa, lo bueno es que Aruma lo conocía más que bien y ya le había puesto una pequeña placa en su collar con sus datos personales.
Se alistó una falda recta que combinó con una camiseta de cuello alto, el color gris de la falda y playera blanca hacia que contrastara bien con su tez oliva, por supuesto no podía olvidar calzar sus botines negros.
Finalmente antes de salir tomo su gabardina negra y manejo hacia su consultorio.
Aruma llegó al complejo donde estaba su consultorio que se encontraba un piso más arriba que la oficina en donde seguro ya se encontraba Sami trabajando.
El edificio lo rentaban para consultorios u oficinas, a ella y a los demás doctores que daban consultas ahí les gustaba tener por separado sus pertenencias personales como libros, documentos importantes, y otros objetos que podían tener a la mano si es que los necesitaba, no por quisquillosos si no porque COFEPRIS les obligaba a cumplir con ciertos requisitos y a los medicos les gustaba evitar multas.
Con una hora de anticipación aprovecho para ir con los porteros y preguntarles sobre las cámaras de seguridad del estacionamiento.
—Buenos días Don Gustavo, ¿Como se encuentra?
Don Gustavo volteo a verla con ojos que se cerraban por una sonrisa de oreja a oreja, el era un señor achaparrado, algo entrado en años pero fuerte, siempre se encontraba impoluto con su uniforme y su café en mano.
—Dra. Aruma, buenos días, algo deprimido por el clima pero ya sabe, aquí echándole ganas desde temprano, ¿en qué puedo ayudarla?
Aruma toqueteo sus propias manos, un ademán que hacia cuando estaba nerviosa. Pensaba que tenía que explicarle al portero la situación, que la iba a juzgar o a tomar por loca, así que deseaba que no le insistiera en hablar mucho.
—Bueno, no se si pueda ser posible que me enseñe las grabaciones del estacionamiento de seguridad del día de ayer cuando salí de aquí.
Don Gustavo arqueo la ceja levemente extrañado —Por supuesto que si Dra, ¿algo le pasó a su coche?, ¿esta molestándola alguien? —preguntó angustiado mientras se dirigía a las pantallas de las cámaras de seguridad, cliqueando el apartado de "estacionamiento" para retroceder la grabación.
Sacudió levemente una mano mostrando que no tenía importancia —No nada de eso, no se preocupe, solo quiero comprobar algo.
Don Gustavo afirmó con la cabeza entendiendo cuando de repente se inclino más a la pantalla con el ceño fruncido.
—¿Ocurre algo? —Se ponía al lado de el para ver la pantalla.
—No puedo ver su coche Dra, está en un punto ciego de las cámaras, no entiendo, se supone que deben grabar todo el estacionamiento, nunca ha habido un punto ciego, no en mi turno —contestó señalando con el dedo la pantalla en donde debería estar su coche.
La cabeza comenzó maquinarle, ¿era una coincidencia de esas en las que estaba involucrado el universo?, "pues que coincidencia más casual" se contestó así misma.
—Gracias... no se preocupe, solo avíseme si ve algo raro. —Dándole una sonrisa reconfortante.
La miró y le regaló una sonrisa jovial que le arrugaba los ojos —Sí Dra, solo procure cambiar de lugar para estacionarse, más que nada por seguridad —con voz cordial.
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En la costilla de Adán
De TodoDe la admiración a la obsesión hay un paso. Aruma, una médica que reside en la Ciudad de México, solo se dedica a dar conferencias, apoya una fundación y da consultas los fines de semana, ¿una vida normal no es así? Una mañana lluviosa se da cuenta...