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— En serio, ¿Qué tienen las personas con interesarse por mi vida amorosa? —preguntó hastiado, ya era el cuarto en el mes.

— ¡No sabía qué más preguntar! No es como si tuviera estas conversaciones tan seguido, pero estoy seguro de que alguien debe tenerte en la mira.

— ¿Oh? ¿Por qué lo dices? —se inclinó apoyando su cabeza en una de sus manos con una sonrisa.

— Porque eres alto, brillas mucho, tienes buena apariencia —comenzó a enlistar todo lo que veía en él mientras con desinterés tomaba lo último de su almuerzo en sus palillos— Eres inteligente, bastante sensible, y tu risa- —“Es muy linda”, estuvo a punto de decir, pero se detuvo al darse cuenta de todo lo que estaba saliendo de su boca y levantó la mirada hacia Sakata que ensanchaba su sonrisa.

— ¿Y mi risa~? —alargó la última vocal para fastidiarlo.

Urata se ruborizó al ver que el chico estaba expectante a todo lo que decía, esta vez sí que habló de más— E-es contagiosa… —desvió su mirada de los rubíes que lo miraban con demasiada atención para finalmente callarse comiendo su almuerzo con más velocidad.

— No sabía que eras tan atento a esos detalles, Wataru —dijo burlón sacando de quicio al mayor.

— ¡¿Quieres callarte?! Es muy fácil hacerte notar, ¡Cualquiera se daría cuenta!

— Hai hai, lo que diga Wataru-sama que siempre tiene la razón.

— Te odio.

— Lo sé —una risa escapó de sus labios antes de intentar buscar un tema de conversación con el cual distraerse.

Este fue el tipo de rutina que ambos chicos comenzaron a seguir, tal vez no todos los días, pero aún tenían el número del otro y mediante ese medio decidían si era buen momento para reunirse. Por alguna extraña razón, disfrutaban la compañía del otro a medida que pasaban los días, despertando claras emociones positivas en ambos tales como la comodidad y el apego, pues era una brecha enorme entre los Urata y Sakata de hace dos meses a los que se encontraban sentados en este momento en su lugar habitual.

— ¿Por qué elegiste esconderte aquí ese día? —preguntó el menor a un lado del castaño.

— No creo que haya persona alguna que quisiera venir al salón de música en pleno receso, sólo nosotros —sonrió con ironía, pero tal vez había hablado demasiado pronto. El destino esta vez le jugó en contra, pues escuchaba pasos que se dirigían hacia el lugar donde estaban, alertando a ambos que comenzaron a derrochar neuronas para ver donde podían esconderse, desviaron sus miradas una y otra vez hasta que ambos llegaron a ver un clóset que desafortunadamente no era demasiado grande, se apresuraron a meterse dentro de dicho clóset y hacer el mayor silencio posible, pero Sakata se dió cuenta de que dejaron sus cosas fuera de su escondite, susurrándole al castaño cuando lo notó.

— Wataru, dejamos las cosas afue- —pero Urata lo tomó de los hombros y lo pegó a uno de los lados del clóset, haciéndole una seña para que guardara silencio, ante esto, Sakata sólo pudo quedarse quieto, ¿No era esa una situación algo comprometedora? Escucharon la puerta del salón abrirse, esperando que aquellas personas no abrieran el clóset que ahora les servía de escondite.

— Me pregunto si me aceptará… —se escuchó de parte de una chica, una de las dos que habían entrado al salón.

— ¡Seguro que sí! Aunque no sé cómo puede gustarte alguien que rompe las reglas de la escuela —respondió la acompañante de dicha chica.

— Me gustan un poco rebeldes, además, ¿Qué importa si se tiñe el cabello? Akira-san es perfecto si quitas eso.

— No, yo jamás podría verle algo de atractivo a alguien así, ¿Y? ¿Te vas a confesar?

Shougai Rival || UraSakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora