Recostada en la pared, cerca de la ventana sin ningún ruido, solo el de la lluvia acompañándome, haciéndome sentir que seguía viva. Las gotas caían desenfrenadas contra el asfalto, mojando toda la ventana. Por aburrimiento, seguía detenidamente con la mirada las gotas que se deslizaban lentamente hasta desaparecer.
Estoy cansada...
Cansada de esta...
Soledad...
Quería despertar y sentirme viva, quería dejar de soñar, de ver, de sentir, de pensar, quería dejar de sentirme sola...
Aunque para algunos sentirse solos debes en cuando era algo bueno para sí mismos, podías pensar en todo tu sola, no obstante, para los que sufrían ciertos trastornos no era para nada bueno sentirse así. Ni mucho menos cuando tu día es una miserable mierda, acompañadas de más miserias.
Lo único que pasaba por mi cabeza, era irme a cualquier lugar en donde no tenga que respirar. Sueno un poco escandalosa, losé y estoy consciente que debería seguir el concejo del entrenador, excepto, cuando una chica como yo no está interesada en el mundo desde su infancia, nunca fue apetecible esa opción, ya que lo único que hará es... Nada.
No le tomara importancia... Como yo...
Ignorar las palabras de la gente que me rodeaba toda mi vida era lo mío, lo sé hacer bien, muy bien en realidad, aunque nunca estuvo en mis manos estabilizar mis emociones lo que nunca había podido sentir, ni mucho menos controlar. Todo se me fue de las manos en tan solo segundos. Otra vez.
Me sentía sola y lo único que tenía era... Yo... Yo era la única que podía levantarme y seguir al frente, pero no podía, mi mente lo único que hacía era llenarse de dudas, situaciones de las cuales me hacían replantearme muchas cosas y eso tampoco podía control. No podía controlar mis pensamientos. Esos pensamientos que me carcome todo el tiempo, se aprovecha cada segundo del día. Y todavía más, cuando me sentía una basura.
Débil...
Sin defensas...
Nada a lo que pueda detener...
Todo eso lo deje de lado al ver que la puerta se abrió, dejando ver a Papá con una taza en su mano.
— Te trague un té, hija — Informo, dejando la tasa en el escritorio.
— Gracias — Murmure, con mi vista en la ventana.
Por el rabillo del ojo, note que Papá se quedó parado, tocando sus jeans debes en cuando, mirando para los costados, un poco incómodo. Esperando a que le hable, supongo y sé que eso no va a pasar, no lo culpaba que estuviera así, jamás le permití ni un afecto de cariño hacia mí ni mucho menos lo quería ahora.
— Hija, yo... — Se detuvo, dudando si seguir hablando o no.
Suspire, esta vez mirándolo...
— No hace falta que hables, estoy bien — Mentira — Me tomare el té que trajiste y tomare un descanso.
Asintió no muy convencido.
— Esta bien, te dejare sola — Estableció, cruzando la puerta — Descansa — Dijo, antes de cerrar la puerta.
— Tu igual — Susurre, consciente de que no me había escuchado, aunque era mejor así.
Mi mente no dejaba de repetir aquel sueño que me dejo con un sabor amargo en el paladar. Sentía mi corazón latiendo a mil, cada vez que lo recordaba a él, la sangre, el fuego, mis gritos y la forma en la que pude escuchar su corazón latir contra mi mano. Un gesto tan común que me dejo una sensación electrizante, un poco incomoda que a la vez extrañamente era... cálida.
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ᴀᴛᴀᴅᴏꜱ ᴀ ɴᴜᴇꜱᴛʀᴀ ᴘʀᴏᴘɪᴀ ʀᴇᴀʟɪᴅᴀᴅ 🌙
Romantik» ¿Podemos distinguir de la realidad de la ilusión? ¿Que es real y que no? ¿como sabemos que todo lo que vivimos algún día llegará a ser real? ¿Estamos destinados a estar solos para siempre? « Adhara y Marcus son dos personas reservadas en su propia...