5.Miradas y Misterios

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La hija de su madre de Valeria estaba parada de brazos cruzados, mirándome con cara de "¿qué está pasando acá?"

—¿Dónde estabas, Amelia?

—Después te cuento, Val. Ahora mismo tengo muchísimo sueño.

Por su cara se notaba que estaba ansiosa por saber dónde había estado, pero la verdad era que tenía mucho sueño y lo único que quería era dormir.

Al día siguiente, cuando todos ya estábamos despiertos y desayunando, pasó algo que me dejó en shock.

—Bueno, ¿Quién quiere zumo de naranja? —Facu nos preguntó a todos.

—Yo —respondió una voz. Cuando me di la vuelta para comprobar quién era, ahí estaba él, parado en la puerta de la cocina sin camiseta. Casi se me caen las bragas.

—Oye, Ame, ¿me vas a contar dónde estabas anoche? —Ay Dios, Óscar estaba enfrente de nosotras, mirándonos con cara rara. Supuse que el susurro de Val no había funcionado mucho, ya que, por lo visto, él logró escuchar. De igual manera, supuse que no se acordaba de lo que había pasado anoche.

—Después ven a casa y te cuento, pero acá no.

Obviamente, no le iba a contar lo que pasó enfrente de él, y menos con todos mis amigos presentes.

Óscar estuvo desayunando con nosotros y, para mi mala suerte, se sentó enfrente de mí, lo cual hizo que no pudiera concentrarme mucho en lo que decían mis amigos. Hasta que por fin se fue, y pude respirar con normalidad de nuevo.

El día transcurrió bastante bien. El maravilloso hermano de mi amigo no bajó más y, al mediodía, nos fuimos todos a nuestras casas.

Cuando me estaba yendo, miré hacia arriba y me sorprendí por lo que vi. Estaba él, mirándome sin ningún tipo de vergüenza, y justo cuando salió Valeria para irnos y me vio mirando hacia arriba, ella hizo lo mismo, pero él ya no estaba.

—¿Qué mirabas, Amelia?

—Nada, había un pajarito muy lindo.

Uy, sí, claro. De igual manera, parece que ella se lo creyó.

Le agradecí a Dios que mi amiga en todo el camino no dijo ni una sola palabra de lo que pasó anoche.

Ya en mi casa, decidí ir a mi habitación a hacer unas cosas del colegio. Estaba muy concentrada, y así estuve unas tres horas. Tenía muchas cosas que hacer y tenía que ponerme al día lo más que pudiera, hasta que escuché que alguien tocaba mi puerta.

Mi madre no estaba porque trabajaba, así que fui a ver quién era.

—¿Qué te pensabas, que te ibas a librar de la conversación que tenemos pendiente?

—Claro que no, pasa, Val.

La verdad es que no tenía muchos ánimos, pero bueno, de igual manera, se lo tenía que contar. Primero, porque es mi amiga, y segundo, porque sabía que ella podía guardar este pequeño secreto. Y así fue, le conté todo lo que pasó. Ella estaba sorprendida y muy feliz, no entendía bien por qué.

—¡Ostras, que le gustas, tía!

—¿Pero cómo piensas eso? Estás completamente loca.

—¡Pero si no te das cuenta! Te pidió que te acostaras con él.

—¿Y qué tiene? Estaba ebrio, ¿no te dije?

—Y te dijo guapa. Que los borrachos no mienten, tía.

—Tira, tía, estás loca. No sabía lo que hacía ni lo que decía.

—Uy sí, yo sigo pensando que le gustas.

—Qué pesada eres. De igual manera, no se debe acordar de lo que pasó.

—O sí. Pregúntale, que no pierdes nada.

—No, no y no. ¡Qué vergüenza!

—Si no lo haces tú, lo hago yo.

—Tú quieres que yo te mate, ¿verdad?

—Es broma, tía, pero qué más da. No pierdes nada preguntándole.

—Sí que pierdo, tía. Mi dignidad se pierde, así que tira para allá, pringada.

—Qué agresiva estás hoy, eh.

—Bueno, perdona. Y tú, con Facu, cuando amaneció, los vi abrazaditos.

—¿¡Qué?! No lo sé. A mí, en serio, me gusta, pero no sé si yo le gusto a él.

—Y dile lo que sientes. Si él no siente lo mismo, quedan como amigos como siempre. Como tú dices, no pierdes nada.

—Pero ¿no lo entiendes? Si le digo y él no siente lo mismo, se tornaría todo muy incómodo.

—Tienes razón, pero yo ya te digo, me parece que a él también le gustas.

—Mh, no lo sé... Bueno, tía, te dejo que mi mamá me está esperando para cenar.

—Bueno, está bien. Nos vemos mañana.

—Chau, buenas noches. Que sueñes con tu amado Osquítar, jajaja.

—Tira, tía, tira.

—Tira, tía, tira

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Entre la lluvia y los rayosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora