El día que mi amigo nos propuso ir a la pelea de su hermano fue el martes y ya estamos a viernes, lo que significa que mañana lo veré de nuevo. La verdad es que esta semana no ha transcurrido muy normal que digamos.
No me he cruzado con Oscar en ningún lado. Siempre estaba como mal tercio entre la relación-no-relación de mis amigos Facundo y Valeria. Estos dos se la pasaban peleando por bobadas. La verdad es que no me molestaba, pero a la vez sí. Me sentía mal, sentía que estaba entre medio de los dos, como si fuera un obstáculo en su relación.
Hasta les he dicho que si querían juntarse ellos que no me invitaran, porque en sí no tenían obligación, y que me sentía mal de estar entre los dos. A lo que ellos me dijeron que no era así y que les gustaba estar conmigo, que por eso me invitaban. Insistían en que mi presencia aliviaba la tensión y que disfrutaban mi compañía.
En fin, esto estaba siendo todo muy raro para mí, pero me estaba intentando acoplar a todo esto. Intentaba mantener una actitud positiva y abierta, aunque a veces me costaba.
Hoy mi día transcurrió muy normal para lo que era esta semana, solo que esta vez sí vi a Oscar. Me lo crucé en el pasillo de la escuela, pero ni se volteó a verme. Está bien, solo soy la amiga de su hermano. Sin embargo, miento si digo que no me le quedé mirando. Había algo en él que siempre capturaba mi atención, pero no quería parecer una acosadora así que me dispuse a ir hacia mi clase, en la cual ya estaban mis amigos, entre ellos Benjamín que ya se había recuperado.
—Benja, ¿cómo estás? —le pregunté yo muy animada, contenta de ver a mi amigo bien de nuevo.
—Hola, Ame, muy bien, ya estoy al 100% —dijo este con una sonrisa de oreja a oreja, su energía era contagiosa.
Todo estaba muy bien hasta que llegó el profesor y se puso a dar su clase. Y como no, Valeria y yo nos dispusimos a hablar en clase.
—Que mañana es el día, tía —dijo esta muy animada, refiriéndose a la pelea del hermano de nuestro amigo.
—Ora estás más entusiasmada tú que yo —susurré yo con una sonrisa, divertida por su emoción.
—Señoritas Acosta y Rodríguez, siempre igual ustedes, presten atención o las saco de clase —habló la profesora, enojada, interrumpiendo nuestro susurro.
—Lo sentimos, no volverá a pasar. —Sí, como no, pensé para mis adentros.
—Ni tú te lo crees, flipada —susurró Vale, a lo que empezamos a reírnos de nuevo, tratando de contenernos para no volver a llamar la atención de la profesora.
—¡Señoritas Acosta y Rodríguez, afuera! —me cago en la puta, puta profesora, pensé frustrada.
Y con esto salimos de clase. Afuera de la sala había unos bancos, y nos sentamos en estos. El ambiente era mucho más relajado aquí, lejos de la mirada estricta de la profesora, pero me entraron muchísimas ganas de ir al baño.
—Me meo, tía —dije yo, levantándome del banco y saltando en mi lugar, tratando de mantener la urgencia bajo control.
—Pues ve al baño, idiota —me respondió mi amiga, pegada al teléfono, lo más probable hablando con su novio. Parecía completamente absorta en su conversación.
Con esto salí corriendo hacia el baño, lo cual sin darme cuenta, choqué contra alguien y caí de culo. Definitivamente este era mi día de suerte.
—¡Me cago en la puta! —exclamé enojada, sin saber de quién se trataba la persona con la que me había chocado.
—Oye, ¿estás bien? —Esa voz... ESA VOZ. Era él... Oscar. Me había chocado con él, por que dios.
El anterior nombrado extendió su mano ofreciéndome su ayuda para levantarme, ya que yo seguía en el suelo. Su gesto era inesperado, pero apreciado.
—¿Tú eres tonto, tío? —exclamé enojada. Ese fue un golpe duro y no estaba de humor para ser amable.
—Que fue sin querer, flipada —respondió este, igual de enojado que yo. Parecía que ambos estábamos a la defensiva.
—Bueno, lo siento, pero eso dolió mucho —me sobé el culo por el golpe, tratando de aliviar el dolor.
—¿Estás bien? ¿Te has echo hiciste daño, o algo? —me agarró de los brazos dándome la vuelta para ver si me había pasado algo. Parecía genuinamente preocupado.
—Estoy bien, solo me duele el culo, nada más —me solté de su agarre ya que me estaba poniendo muy tensa. La cercanía era incómoda, aunque su preocupación era reconfortante.
Se fue, sin despedirse ni nada por el estilo. Este se cree el más guapetón de todos. Qué mal educado. Pero en fin, se me fueron las ganas de hacer cualquier cosa que quería hacer, así que volví a donde estaba mi amiga.
La cual, para mi maravillosa sorpresa, estaba con la profesora y por lo que vi, la estaba regañando. La situación no parecía nada favorable.
—Señorita Rodríguez, ¿me puede explicar dónde estaba?
—Lo siento, profesora, estaba en el baño.
La profesora estuvo un buen rato regañándonos, diciéndonos que si volvíamos a interrumpir su clase nos iba a mandar con la directora y que haría llamar a nuestras madres. Sus palabras eran una advertencia clara y seria, y traté de tomar nota mental de ser más discreta la próxima vez.
Con la pelea del hermano de mi amigo mañana, todo parecía más intenso y emocionante. Aunque esta semana había sido rara y llena de altibajos, había una parte de mí que no podía esperar a ver qué más podría suceder. Después de todo, con amigos como los míos, nunca había un momento aburrido.
Esta semana a sido interesante y es algo que ame, creo que jamás me aburriría en este lugar, y es algo que agradezco ya que me despeja la mente y hace que no piense tanto en mi pasado. Amo cada sitio de mi vida ahora mismo, no me acostumbro ya que es muyy diferente a mi anterior vida, pero mucho mas alegre, y menos dura que hace unos meses.
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Entre la lluvia y los rayos
Teen FictionAmelia Rodrigues una chica muy alegre, la cual nunca se mete en problemas, o así fue por un tiempo. Oscar Diaz un chico conocido en el mundo del boxeo gracias a su gran talento dentro del ring, pero jamás tocaría a alguien afuera de este ¿o si?. D...