Después de esa mañana, cuando Oscar no se había dignado a bajar, regresé a mi casa sintiendo una mezcla de frustración y tristeza. No pude dejar de pensar en lo que había pasado. La verdad es que no tenía ganas de hacer nada, ni siquiera de hablar con Valeria, lo cual era raro. Simplemente no tenía ánimos para nada, solo quería dormir y olvidar.
Pero, para mi mala suerte, no pude conciliar el sueño. Mis pensamientos me estaban jugando en contra, una y otra vez me preguntaba si debía hablarle a Oscar o no. Quizás para él solo había sido un error, un momento pasajero que ya no tenía importancia. ¿Por qué, entonces, me afectaba tanto a mí?
Estaba sumida en estos pensamientos cuando escuché la voz de mi mamá desde la puerta de mi habitación.
—Hija, ya está la cena —exclamó suavemente.
—Gracias, mamá, pero no tengo hambre —respondí sin levantarme de la cama.
—¿Segura, mi vida? Te pasa algo, ¿no es así? —insistió, notando mi falta de apetito.
—En serio, no, no me pasa nada. Solo no tengo hambre.
—Mh, está bien. Cualquier cosa, sabes que cuentas conmigo, mi niña —dijo con ternura antes de irse a cenar.
Agradecí su comprensión, pero también me sentí culpable por no poder decirle la verdad. Cuando por fin logré conciliar el sueño, alguien se dispuso a molestarme tocando la puerta de mi cuarto. Sentí una irritación inmediata, mezclada con la somnolencia.
—Mamá, ya te dije que no quiero comer —grité, un poco fastidiada y todavía medio dormida.
—No soy tu madre, Ameli—respondió una voz familiar. Levanté la cabeza y vi a Vale entrando por mi puerta.
—Ah, hola, Vale. ¿Qué pasó? ¿Pasó algo con Facu? —pregunté, un poco preocupada.
—No, no estoy aquí por él, sino por ti —dijo con firmeza mientras se acercaba a mi cama.
—¿A mí? No, claramente no me pasa nada —intenté mentir, pero sabía que no era convincente. Siempre he sido mala mintiendo.
—No lo creo. Tu madre me llamó diciendo que estabas mal, y cuando volvíamos estabas muy rara, Ame. Sabes que cuentas conmigo para lo que quieras —me dijo, acariciando mi pierna con una suavidad que solo una amiga puede ofrecer.
Y en ese momento, no pude contener más mis emociones. Todo lo que había estado reprimiendo salió a la superficie. Me puse a llorar desconsoladamente en el hombro de Vale, mientras ella me acariciaba el pelo y me decía que todo estaría bien. Su presencia y su apoyo eran justo lo que necesitaba.
Entre sollozos, logré contarle todo lo que había pasado con Oscar.
—¡ESE TÍO ES GILIPOLLAS! —gritó Vale, enfadada. Su enfado era palpable y me hizo sentir un poco mejor saber que alguien más compartía mi indignación.
—Ya lo sé. Te juro que se sintió tan real cuando nos besamos. Sus caricias, la forma en la que me sonreía... —volví a romper en llanto, esta vez con más fuerza. Cada palabra que decía parecía abrir una herida más profunda en mi corazón.
—Déjalo, es un imbécil. La verdad es que no entiendo a los hombres —dijo con un tono frustrado.
—Ni yo, tía —respondí, intentando secar mis lágrimas sin mucho éxito.
Pasamos un buen rato así, Vale consolándome y yo llorando. Pero su presencia, sus palabras de aliento y su cariño me ayudaron a calmarme. Poco a poco, las lágrimas fueron cesando y la fatiga del día comenzó a ganarme.
—Gracias, Vale. No sé qué haría sin ti —le dije, ya más tranquila.
—Para eso estamos las amigas, Ameli. No estás sola en esto —me respondió con una sonrisa.
Nos quedamos dormidas juntas, abrazadas, en un gesto de pura amistad y apoyo. La verdad es que agradecía tener a Vale en mi vida. Siempre me entendía y me apoyaba en todo. En el poco tiempo que llevaba conociéndola, se había vuelto una persona muy especial para mí, alguien indispensable. Ojalá nunca se fuera de mi vida.
La mañana siguiente desperté con una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo. A pesar de todo lo que había pasado, sabía que con Vale a mi lado, podría superar cualquier cosa. La vida seguía, y con amigas como ella, no había obstáculo que no pudiera vencer.
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Entre la lluvia y los rayos
Teen FictionAmelia Rodrigues una chica muy alegre, la cual nunca se mete en problemas, o así fue por un tiempo. Oscar Diaz un chico conocido en el mundo del boxeo gracias a su gran talento dentro del ring, pero jamás tocaría a alguien afuera de este ¿o si?. D...