Miss Sinclair [Wenclair]

Cap. 31. Tu todo

Ella se veía tan etérea.

Wednesday la miró por un momento, y ya no estaba segura de si estaba mirando, si todavía estaba respirando, si todavía estaba viva para tener sus ojos puestos en ella. Ella estaba a su lado, sus brazos envolviendo a Wednesday en un abrazo suelto, pero cálido. Sus cabellos estaban desparramados por toda la almohada, el pecho subiendo y bajando en constantes respiraciones.

Ella se veía pacífica. No había otro ser humano al que valiera la pena despertar, que a Enid.

La dama, en una forma delicada, estaba adornada con una belleza tallada personalmente por Afrodita, dedos enriquecidos con el algodón más suave, sus brillantes trenzas castañas tejidas a perfección precisa, curvas que avergonzaban a las montañas que las tenían, y la piel pintada con una hermosa porcelana .

Y Wednesday tuvo que acercar sus ojos para ver si los ángeles habían dejado a esa dama tiernamente en su cama, envuelta en su abrazo.

Tomando sus brazos de la espalda de Enid, colocando sus manos sobre sus mejillas, para colocar un beso tierno en sus labios. Wednesday se quedó completamente quieta, sintiendo el pulso de Enid contra sus labios.

Instintivamente, Wednesday se movió hacia adelante, presionándose aún más mientras sus pieles volvían a quemarse con la familiar sensación de la otra, sus narices respirando la fragancia mutua, los corazones reconociendo los latidos rápidos contra sus jaulas.

Enid despertó no porque la vio, sino porque sintió a Wednesday. Sus ojos se mantuvieron cerrados, y en esta sensación no vio separación de Wednesday. Su corazón se revolvió en todo su ser, haciendo que se acerque aún más el cuerpo desnudo de Wednesday.

Enid era casi tímida, alejándose poco después. La rosa se había vuelto a dar a conocer en sus mejillas, mientras Enid tocaba los labios de Wednesday, sonriendo.

"¿Y por qué me besas tan temprano en la mañana?"

Wednesday mordió juguetonamente el dedo de Enid antes de contestar. "Solo quería despertarte". Y Wednesday lo hizo. En ese momento, el ritmo del corazón de Enid ya se había alterado por el beso que Wednesday había respirado sobre ella, sus ojos ya
entornaban el amor de Wednesday por ese día, por el resto de su vida, su mente ya estaba sumergiéndose en las imágenes de sus amores la noche anterior.

Enid estaba despierta.

"Es bueno despertarse así". Susurró Enid.

"¿Tal vez debería darte otro?" Las puntas de los dedos de Wednesday alcanzaron a rastrear la marca invisible que había dejado en la boca de Enid, marcas de amor con las que había deseado que Enid estuviera cubierta, marca que ella dejaría.

"¿Tal vez dos?"

"Me gusta como piensas."

La mañana no fue capaz de escuchar sus risas por mucho tiempo mientras se besaban, tal como lo habían hecho muchas veces la noche anterior. Cada beso era casi como el primero. No había necesidad de apresurarse mientras inclinaban sus cabezas para obtener una mayor profundidad, no había necesidad de agresividad ya que sus labios acariciaban la pasión por sus corazones hambrientos, no había necesidad de violencia ya que sus lenguas les proporcionaban suficiente consuelo como para vagar por sus bocas, allí no era necesario un lugar mejor ya que sus besos abrieron otro mundo con solo ellos, con la persona que habían amado profundamente.

Y era exactamente como Wednesday había pensado que sería, como si fuera la única y milésima vez que tuviera las estrellas que iluminaran el oscuro horizonte más allá de sus párpados. Pero no eran solo sus estrellas, era de ellas.

Wednesday no podía soportar separarse de Enid, pero sus pulmones se movieron frenéticamente adentro para suplicarle un poco de consideración y cuidado.