será divertido

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Nina

Hoy era 14 de febrero, el día de los enamorados, por suerte era sábado y mi novio me había invitado a una fiesta de su amigo - "Será divertido" - me había dicho, no me convencía del todo, pero no quería ser aguafiestas además una pequeña parte de mí anhelaba que este 14 de febrero fuera diferente, que Jaciel y yo pudiéramos disfrutar de un día como una pareja normal.

Me vestí con un vestido rojo que me favorecía y me maquillé ligeramente, mientras terminaba de alistarme sonó un ruido en la puerta, era Jaciel, al abrirle me miró con una sonrisa que me pareció casi tímida.

-Te ves hermosa - dijo.

-Gracias - respondí, sintiendo que un rubor se apoderaba de mis mejillas.

Salimos de casa y tomamos un taxi hasta la dirección que él me había dado, era un departamento en un edificio antiguo, en el centro de la ciudad, la música sonaba a todo volumen desde el interior y se podían escuchar risas y conversaciones animadas.

Jaciel me tomó de la mano y me condujo al interior, el lugar estaba lleno de gente, todos parecían tan felices y despreocupados, mientras que yo no podía evitar preocuparme por las posibles reacciones de Jaciel.

En un momento me dejó sola para ir a buscar unas bebidas, mientras me apoyé en la pared y observé a la gente bailar y reír, eso me hizo sentir triste y sola. ¿Era esto lo que quería para mi vida? ¿Estar constantemente en tensión, preocupada por el comportamiento de mi pareja? De repente, sentí una mano en mi hombro, me di la vuelta y vi a Jaciel, con dos vasos en la mano.

- Aquí tienes - me dijo, entregándome uno de los vasos - Brindo por nosotros - añadió, levantando su vaso.

Lo miré a los ojos y vi algo en ellos que me hizo sentir incómoda, era una mezcla de deseo, posesividad y algo que no pude identificar.

- No quiero beber - dije, apartándolo

- ¿Qué te pasa? - me preguntó, con el ceño fruncido

- No quiero esto - dije con voz temblorosa - Quiero irme

Su rostro se ensombreció - No seas ridícula - gruñó - No vamos a irnos ahora

Me soltó bruscamente y se alejó, dejándome sola en la multitud, estuve a punto de irme cuando el regreso pidiéndome disculpas mientras me tomaba de la mano para llevarme a una habitación en donde se encontraban algunos de sus amigos

Al entrar lo primero que note fue el humo y el olor del cigarrillo que llenaba la habitación, envolviendo mi cuerpo en una neblina nauseabunda. Sus ojos, inyectados en sangre, me observaban con una intensidad que me helaba la sangre, un sudor frío me corría por la frente mientras observaba la bolsa de pastillas que tenía en su mano, mientras me miraba con una sonrisa cruel, incitándome a tragarlas.

-Vamos, solo una vez, no seas aguafiestas - susurró, con su aliento fétido golpeando mi rostro - Solo una pastilla, para relajarte y divertirte, te hará sentir bien, te lo prometo.

Negué con la cabeza, apartando la mirada.

-No quiero, Jaciel

Un rugido sordo escapó de su garganta.

- ¿Qué te pasa? ¿Te crees mejor que yo? ¡No puedes ser nadie sin mí!

Su mano se cerró con fuerza alrededor de mi muñeca, arrastrándome hacia él, el miedo me paralizó, incapaz de articular palabra, en ese instante, la puerta se abrió de golpe y Oriol irrumpió en la habitación.

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó con voz firme, clavando sus ojos en Jaciel

-Nada que te incumba, lárgate de aquí – dijo Jaciel con una mirada de menosprecio

Oriol se acercó a mí, liberando mi muñeca del agarre de mi novio.

- ¿Estás bien? - me preguntó en voz baja.

Asentí con la cabeza, todavía temblorosa.

-Sí, gracias a ti.

Se giró hacia Jaciel con una mirada de desprecio

- Deja de molestarla o te juro que te arrepentirás.

Jaciel se levantó de golpe, con la cara enrojecida de furia.

- ¿Quién te crees que eres para darme órdenes?

Oriol no se altero

-Soy su amigo, y no voy a permitir que la sigas tratando así.

Se miraron a los ojos durante un tenso segundo, la tensión en la habitación era evidente, finalmente, Jaciel se echó hacia atrás

-Esto no ha terminado - dijo antes de salir de la habitación.

Oriol me envolvió en un abrazo protector diciéndome

-No tienes que pasar por esto – dijo - Si necesitas algo, solo tienes que llamarme.

Me aferré a él, sintiendo una ola de alivio recorrerme, en ese momento, supe que no estaba sola, me fue a dejar a mi casa y después se regresó a la fiesta..

Malas DesicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora