Chapter 4

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Con la boda a tan solo unos días de distancia, el castillo se había vuelto un desastre total: las personas de la servidumbre corría de un lado a otro cargando las decoraciones, Leah intentaba no enloquecer ante las preguntas constantes, y el rey, ultimaba detalles sobre la estadía de sus invitados, la mayoría provenientes de tierras lejanas en busca de asilo.

—El vestido, ¿ya lo han confeccionado? —preguntó interesado mientras seguía enfocado en distribuir las habitaciones.

—Leonora dijo que solo faltan los últimos detalles y podré verlo—. Leah explicó, sentada frente a su escritorio.

Era bastante temprano aquella mañana cuando ambos despertaron, decididos a aprovechar aquel día al máximo para ser libres de las preparaciones de la boda de una buena vez. Querían descansar de sus obligaciones el día anterior a la gran ceremonia, así podrían presentarse con su mejor cara.

—Mi lady, casi lo olvido —dijo repentinamente, levantando la vista del pergamino—. Luego de la boda, usted conservará su antiguo cuarto.

Leah lo observó extrañada.

—¿No es que acaso...? —. Su pregunta fue inmediatamente interrumpida por el monarca, quien ya se venía venir sus dudas al respecto.

—Créame, sé muy bien los procedimientos luego de una boda —. Rio suavemente —. Pero espero que entienda que esto es simplemente por su seguridad... No soportaría la idea de que pudiese contagiarla por un capricho.

<< Como si fuese poco, podría espantarla si llegase a verme sin esta máscara. >>

La mujer dudó en qué contestar por unos segundos ya que se trataba de un 'reclamo' justo; algo contra lo que no podría competir, aunque realmente lo intentase. Ella sabía que lo mejor era no insistir, pero realmente le habría encantado protestar y dejarle saber que muy poco le importaba con tal de compartir un acto tan inocente—como lo era compartir una cama durante las noches—.

—Lo entiendo, su majestad —dijo finalmente.

Unos leves toqueteos en la puerta los alertaron, acallándolos completamente.

—Adelante —. Su voz era firme, provocando que un escalofrío recorriera su cuerpo.

Uno de los guardias se abrió paso en la oficina, haciendo una leve reverencia en forma de saludo antes de explicar el motivo de su presencia.

—Mi señora, Leonora la está esperando en sus aposentos. Ha dicho que su vestido ya está listo —notificó.

Leah volteó a ver al rey, quien simplemente le hizo un ademán para que fuese a donde la solicitaban. << Vaya que trabajan rápido. >> Pensaba mientras se encaminaba al lugar, sintiendo una felicidad inexplicable con el simple hecho de imaginar aquella prenda con la que durante tantos años había soñado.

—¡Señorita! Qué bueno que llegó, estaba muy ansiosa por mostrarle el resultado —bramó con una sonrisa de oreja a oreja cuando la vio.

La mujer se apresuró a entrar al guardarropa, intentando reprimir los brincos de felicidad. Fue cuestión de segundos para que volviera sostenido el vestido, confeccionado tal y como ella lo había pedido días atrás. Leah no puedo evitar que pequeñas lágrimas de felicidad se escurrieran por su rostro mientras pasaba sus manos por la delicada tela; le costaba creer que realmente le habían cumplido aquel deseo adolescente.

—Es bellísimo —susurró, admirando cada pequeño detalle.

—¿Le gustaría probárselo? —. Leonora preguntó.

Sin esperar mucho por una respuesta, la doncella la ayudó a despojarse de sus anteriores ropajes antes de vestirla entre las delicadas telas rojas. La parte superior se aferraba a su figura con fuerza, moldeando su cuerpo; mientras que la falda caía despreocupadamente desde su cintura hasta los pies. Leah se acercó tímida hasta el espejo, dando vueltas frente al mismo, admirando como aquel color—brillante, pero poco usual— resaltaba cada una de sus facciones.

𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎𝐒 || 𝐁𝐀𝐋𝐃𝐖𝐈𝐍 𝐈𝐕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora