Capítulo 15

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Quien diga que no tiene miedo a la oscuridad miente. Quien diga que no le asusta estar en un parque de atracciones abandonado en mitad del bosque, y totalmente a oscuras, miente. Como un bellaco.

Es imposible saber en qué punto acaba el parque de atracciones Manzana Dorada y empieza el bosque. Se podría decir que en ese paisaje se advierte cierta confrontación, tipo «parque temático versus árboles», pues las ramas se asoman entre los animales del carrusel y las enredaderas han empezado a ocupar las ruinas de las taquillas y de los puestecillos de juegos y premios. La luz de la luna ilumina el claro del bosque, por lo que puedo caminar por él sin tropezar o caerme de bruces. Sin embargo, la camiseta se me engancha con varios tornillos y diversos engranajes; las tripas de las máquinas que en otra época dirigieron este lugar están totalmente expuestas.

Se supone que nadie debería ver esta parte del parque, pienso para mis adentros.

A la gente le incomoda ver con sus propios ojos que sus coches y aparatos eléctricos funcionan gracias a un embrollo de cables y engranajes incomprensibles. Un tornillo suelto, y todo se de­­rrumba. Por lo que no queda más remedio que confiar ciegam­ente en la profesionalidad y precisión de los ingenieros que los diseñan. Y confiar en que el ingeniero en cuestión no esté como una chota.

Compruebo la hora. Llego diez minutos más pronto de la hora acordada.

—¿Qué estoy haciendo aquí?

Lo pregunto en voz alta y, al oírme, me doy cuenta de que ir hasta ahí ha sido una idea absurda y estúpida. ¿En serio estoy tan desesperado por tener un amigo que incluso me escapo de casa a altas horas de la noche para encontrarme con Aaron justo un día después de haberme escapado de casa para dar un paseo por la fábrica?

Saco el trozo de papel arrugado del bolsillo y lo leo por centésima vez..

—¿A quién se lo voy a contar? —le pregunto a la nota.

                                                    —¿A quién se lo voy a contar? —le pregunto a la nota

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Cada vez que leo esa nota, el agujero de mi estómago se hace más grande, más profundo. Hay tanta información que necesito saber, que necesito averiguar... sobre todo después de haber visto ese vídeo. No es más que una suposición, pero algo me dice que Aaron está preparado para explicármelo todo. Al fin y al cabo, fue él quien me dejó la nota entre el enrejado de mi casa. Pero ahora que estoy ahí, esperándole en mitad de la oscuridad y con el frío del otoño que está a la vuelta de la esquina calándome hasta los huesos, empiezo a pensar que tal vez no me urgía tanto conocer las respuestas a todas mis incógnitas.

Enciendo la linterna para ver dónde voy. Me he puesto un jersey de lana, lo cual ha sido un tremendo error porque se me enganchan todas las ramas. Cuánto más lo pienso, más me enfado conmigo mismo por haber venido hasta aquí.

El tío ha pasado de mi cara durante tres semanas y, de la noche a la mañana, acepto quedar con él en un sitio que odia con toda su alma. Me resulta cuanto menos curioso que me haya citado justamente ahí; en su momento, casi tuve que suplicarle que me contara algo de él, pero no le saqué nada.

Hello Neighbor Colección 1-3Where stories live. Discover now