27. Sorpresas te da la vida

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MESES DESPUÉS

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MESES DESPUÉS

Casi dos meses tenía la pequeña Cecilia, los cuales cumpliría la siguiente semana de Enero. Sara le daba el pecho a su hija, sentada en el sofá ante la atenta mirada de su marido, quien no perdía detalle de como su pequeña parecía devorar con avidez la leche materna que recibía de su madre.

-Yo también me engancharía a tu teta de ser Cecilia. Tu leche debe ser la hostia porque no quiere separarse de ella -río Sara ante la ocurrencia de Carlos ofreciéndole a continuación una bonita sonrisa que él le devolvió de la misma manera.

-Mira, ya sois dos en casa a los que les encantan mis tetas -le sacó la lengua Sara a su marido, tomando a continuación a su hija para que, aunque protestara, dejara de mamar.

-La cara que tiene es de no haberle hecho gracia que le quites la teta.

-Ya, pero la puñetera no está tomando la leche, solo se queda ahí enganchada porque se quiere dormir. Bruja, que eres una bruja -acabó Sara haciéndole cosquillas a la niña, quien le regaló a su madre una sonrisa a la vez que movía sus manos de un lado a otro.

La pequeña era una bendita. Solo protestaba cuando tenía hambre, algo que sucedía bastante a menudo. Por lo demás, dormía bastante bien por la noche y solo se despertaba muy de vez en cuando pidiendo el pecho de su madre. Era una niña muy despierta que le gustaba mirarlo todo con curiosidad y a la que la música relajaba bastante. Todos estaban embobados con Cecilia, y raro era el fin de semana que no tenían la visita de sus padrinos en casa. 

-¿Te apetece que le demos un paseo antes de que se vaya el sol? -le propuso Carlos acercándose a sus dos mujeres, de las cuales estaba irremediablemente enamorado.

-Si, por favor, que tengo que ir a la farmacia a por un par de cosas.

Dejó Carlos un suave beso en los labios de Sara, demorándose en su mirada. Curvó su boca en una sonrisa buscando acariciar su barbilla con una espectadora de lujo que intentaba chillarle a su padre para que él también le prestara atención.

-Te amo, Sara. Gracias por este regalo.

Ella solo tuvo que sonreírle, emocionada por sus palabras y por la dulzura con la que Carlos se las decía. Dejó que él cogiera a su hija y se levantó ella del sofá para poder ir a cambiarse y dar ese paseo que ambos se habían prometido. Su móvil vibró encima de la mesa, anunciando una llamada. Cuando Sara fue a cogerlo, vio en la pantalla un número bastante largo, del cual no tenía ni idea de quien podía ser.

-¿Quién es, Sara? -le preguntó Carlos antes de salir del comedor, pues no la mirada perpleja de su mujer evidenciaba que no tenía ni idea de quien era.

-No tengo ni idea -le contestó ella pulsando el botón verde de la llamada- ¿dígame?

-¿Sara? -pronunció su nombre una voz femenina al otro lado del teléfono, una que ella desconocía pero que le era algo familiar.

Red Heart - Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora