Carlos hizo un juramento. La mantendría segura y protegida. Estaría siempre a su lado, pero, nunca se enamoraría. Pero hay promesas difícil de mantener, y más cuando es el corazón el que no quiere que se cumplan.
🏎Historia original.
🏎No se admiten...
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Finales de Abril
Un mes tardó Sara en volver a Madrid. Un mes en el que su vida dio un vuelco y aunque intentó centrarse en el estado de su madre, no pudo evitar estar pendiente de todas las noticias que se generaron con su marcha.
La primera de todas, que Carlos se había dejado ver por los circuitos con una de sus ex, la americana Rebecca. Quiso que todo esto no la afectara. Convencerse a si misma de que él podía estar con quien quisieran porque su matrimonio solo lo era de cara la galería, pero, dolía de cojones el verlo día si, y día también, en las redes sociales como si aquellas promesas que se hicieron antes de irse, ahora no valieran nada.
Cogió aire para llenar sus pulmones y deslizó la llave por la cerradura. Seguía siendo su casa hasta donde ella sabía, pero, después de todo lo que estaba sucediendo, tenía una conversación pendiente con el que hasta ahora, era su marido, para definir los pasos a seguir después de lo que estaba ocurriendo.
Al abrir la puerta, ruido de risas y música fue lo primero que escuchó. Era bien entrada la noche y le sorprendió que Carlos aún tuviera invitados a estas horas del día.
Caminó con firmeza y decisión, intentando esconder la decepción que llevaba sufriendo desde semanas. Ella no era de recriminar nada a nadie, no lo había hecho con Rodrigo, con el que si tenía sus razones, y no lo haría con Carlos.
Siguió el sonido de la música hasta aparecer en la puerta del comedor. Varias personas, unas diez en total, estaban reunidas frente a la mesa, charlando y riendo con lo que sea que el propio Carlos les contara. Se le veía demasiado relajado, en un papel tan cómodo que Sara sintió cierta envidia, más si la mencionada Rebecca, estaba dejada de caer sobre su pecho, algo que le produzco un pellizco en su entristecido corazón.
-Hola -fueron las palabras que Sara pronunció, las cuales hicieron a Carlos girarse al momento perplejo por verla delante de si.
Tuvo que abrir y cerrar sus ojos un par de veces, para cerciorarse que en verdad ella estaba allí, mirándolo con bastante curiosidad, aunque escondiendo su molestia, algo de lo que él estaba seguro que sentía. Separó a Rebecca de su pecho, no sintiéndose culpable por tenerla ahí, sino para poder recibir a Sara y disimular delante de sus amigos que entre ellos no pasaba nada y eran un feliz "matrimonio".
-Sara, ¿Qué haces aquí? -su pregunta dolió, más si él la hacía con un ligero tono de reproche que tanto le molestó, pero, ella no era la misma que se dejaba amedrentar con tal de no enfadar a la persona que tenía delante.
-Que yo recuerde, aún vivo aquí. Hola a todos -ella apartó su mirada de Carlos para centrarla en sus invitados, quienes la saludaron algo azorados y si, incómodos por la situación.
-Debiste decirme que llegabas.
-Oh, perdona por interrumpir tus planes -le contestó curvando su boca en una irónica sonrisa para dirigirse de nuevo a los invitados de su "marido"- perdonadme que no me una. Ésta tarde hemos llevado a mi madre a una residencia y estoy un poco afectada. Voy a retirarme. Encantada.
