𝖢𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 treinta 𝗒 𝗎𝗇𝗈

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Después de tantos meses entre papeleos, psicólogos y pruebas para ver si estaban capacitados para adoptar a esos niños omegas, por fin estaban en casa.

Todo el trámite fue muy cansado de sobrellevar, incluso Hyunjin admiraba a esos pequeños niños porque pareciera que no habían tenido una infancia tan difícil. Parecía que toda su vida vivieron entre tanto amor, pero lamentablemente había ciertas actitudes que le recordaban que habían sufrido mucho.

Claramente ellos trataban de hacerles ver que nunca les pondrían una mano encima. En su familia podían ser gritones cuando estaban jugando o se reían de algo, pero sus padres nunca les habían pegado; les podían llamar la atención, pero en todos sus años de vida no recordaba haber sufrido algún abuso por parte de ellos.

No diría que eran la familia perfecta, pero esperaba que los nuevos bebés de la casa entendieran que ahí nunca les faltaría el cariño y que todos se cuidaban.

Con el tiempo aprendió algunas manías de ellos: Junsung contaba los pasos que daba para llegar de un lugar a otro y así no "perderse"; se enojaba si daba uno de más o menos.

Yechan solía dibujar en un cuaderno todo aquello que le hacía sentir incómodo o molesto durante el día, por lo regular eran dibujos de él tirando las cosas o rompiéndolas.

Seungmin se tapa los oídos y apretaba los ojos cuando algún ruido fuerte se escuchaba o cuando sentía que pasaría algo malo.

Habían empezado a ir a la escuela y él se encargaba de ir por ellos en compañía de Jeongin. Aún no eran una pareja oficialmente, pero en eso estaban, su omega le había dicho que primero debían conocerse como era debido y ya después podían ser novios.

Aunque se negó al principio y le dijo: "ya te conozco hasta el alma", terminó aceptando esa propuesta, así le serviría para conocer mejor al castaño sin cometer algún error.

Todo parecía ir bien, el día estaba tranquilo y él se encontraba haciendo tarea luego de haber tenido un día pesado en la escuela. Odiaba asistir, pero solo lo hacía para que Jeongin no se decepcionara de él.

Gruñó al sentir hambre y agarró el pote de galletas que estaba sobre la barra, la abrió y justo cuando la iba a meter a su boca, Seungmin se acercó a él tocándole el hombro con mucha pena.

─ ¿Qué pasó? ─Se giró hacia el menor dejando la galleta a un lado.

─El señor Hwang dijo que esas galletas no las podíamos comer hasta que el viniera. ─El pequeño jugó con sus deditos hablando muy bajo.

─Bueno, será nuestro secreto, ¿sí? ─Le guiñó el ojo metiéndose la galleta a la boca, pero una voz a sus espaldas hizo que casi se atragantara.

─Hwang Hyunjin, ¿Por qué le enseñas esas cosas? ─Jungsoo le quitó el resto de la galleta y la metió a su lugar nuevamente. ─Seungmin, no sigas el ejemplo de tu hermano o mami se pondrá triste.

─Sípi. ─Con un asentimiento y unos brinquitos, Seungmin se alejó la cocina para irse a jugar con Yechan y Junsung.

─Jeongin está en la sala esperándote, dice que tiene algo importante que decírte. ─Esta vez se dirigió a su hijo mayor mientras sacaba las cosas de las bolsas de compra.

─Bueno, prepara las cosas para la boda, ¡Tal vez me viene a pedir matrimonio! ─Chilló emocionado levantándose de su asiento. Fue corriendo hasta la sala y ahí estaba el amor de su vida: su omega.

Jeongin llevaba un pequeño sobre entre sus manos y por un momento en su mente pasaron muchas cosas.

─ ¿Qué es eso que llevas en las manos? ─Señaló el sobre luego de poder ocultar el temblor en su voz.

Olor a marihuana | Omegaverse [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora