𝖢𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗈𝖼𝗁𝗈

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Era un sábado por la mañana cuando Jeongin se vio interrumpido de su sueño por los gritos en la parte baja de sus hermanos, quizá peleando por algo insignificante. Se dio la vuelta envolviéndose más entre las sábanas para acurrucarse y tratar de ignorar aquellos ruidos que se oían de esas bestias que tenía como hermanos.

─Jeongin, cariño. -Su padre había abierto la puerta sin tocar primero y eso causó un poco de molestia en el omega, ¿Acaso no conocían la privacidad en su casa?

─ ¿Qué pasó? ─Habló aún adormilado el omega.

─Levántate, iremos a comer a un restaurante. Hoy es día libre y ni tu padre ni yo queremos cocinar. ─El alfa había entrado más para quitar aquellas sabanas que envolvían a su hijo y no dejaban nada a la vista más que aquella mata de pelo castaño. ─Si no te levantas, mandaré a tus hermanos a que te saquen de la cama.

─Ya voy, dame diez minutos y juro que bajo arreglado. -Suplicó Jeongin viendo a su padre con ojitos de cachorrito y este solo suspiró asintiendo.

No había caído, pero fingiría que confiaba en su hijo. Cuando el alfa salió de aquella habitación, el pequeño omega pataleó e hizo berrinche porque no quería levantarse. Tenía mucho sueño y apostaba que era demasiado temprano. Revisó el reloj que tenía cerca de su cama solo para darse cuenta que ya era casi la una de la tarde, juntó toda su fuerza para arreglarse y poder bajar.

Ahí estaban sus dos hermanos menores jalándose de los pelos y su padre intentando separarlos. Buscó con la mirada a su madre que iba saliendo de la cocina tomándole a su vaso de agua, la cual escupió al ver que sus cachorritos tenían a su alfa en el suelo y ellos peleando como si su vida dependiera de ello.

─ ¡Keeho y Sunhye! ─El omega Jaejoong gritó hacia sus hijos haciendo que detuvieran su pelea solo para verlo y separarse rápido, como si agua fría les hubiera caído. ─Ayuden a su padre si no quieren quedarse encerrados en el carro mientras nosotros comemos.

Y los jóvenes inmediatamente ayudaron a su padre a levantarse, arreglando su ropa mientras que Jeongin veía todo desde una esquina con cara de aburrimiento. Todos los días era lo mismo, y aún no lograba entender cómo es que su padre terminaba siempre envuelto en el lio de ellos dos.

─No puedo creer que no puedan estar sin pelear solo cinco minutos y sin tener que llevarse a su padre en el proceso. ─El omega mayor se acercó hasta su hijo mayor dándole un tierno beso en su frente. ─Buenos días, bebito. Ya que estamos todos, suban al auto que hoy manejo yo.

─No gracias, todos queremos llegar vivos y comer sin que nos falte alguna parte de nuestro cuerpo. ─Dijo su esposo tomando las llaves del carro, esperando a que toda su familia entrara al carro. Su omega en el asiento del copiloto y sus tres hijos en la parte trasera, con Jeongin en medio para evitar que los otros dos pelearan.

Todos habían elegido un restaurante que tenía una pinta de cabaña y se llamaba "Red Velvet". El olor que había allí dentro era muy frutal, las mesas decoradas con colores fuertes y adornos de frutas en las paredes.

─Buenas tardes, pasen a la mesa cinco, por favor. ─Una joven delgada, de cabellos negros como la noche y labios rojizos y mirada fuerte les había atendido.

La familia fue guiada por aquella hermosa muchacha hasta la mesa que les había dicho, dándoles el menú para que ordenaran lo que ellos deseaban. Cuando todos pidieron un platillo, Jeongin tuvo la necesidad de ir al baño.

Mientras regresaba del baño se dio cuenta que había un aroma a café y eucalipto, era muy tenue y solo se podía percibir si se concentraba demasiado en el olor. Sus instintos le pidieron que fuese hasta donde ese olor lo guiaba y se detuvo al oír una risa muy linda, quería seguir oyendo esa risa, pero sabía que no era correcto espiar la cocina, así que se escondió entre uno contenedores que estaban por allí, se asustó cuando la puerta de la cocina fue abierta y casi se cae de espalda, pero logró mantener el equilibro.

De la cocina había salido la chica que los había recibido y solo pudo retener un gruñido en su pecho que había sido provocado por su lobo. Sin saber por qué, pero su instinto le pedía gruñirle y alejarla de esa cocina, su lobo era muy raro y él definitivamente aún no sabía porque le había llamado tanto la atención lo que estuviese dentro de ese lugar.

─Vaya, ¿Mi cocina es tan interesante que casi quieres meterte allí, omega? ─Una voz masculina y un olor fuerte de alfa le hizo tener que alzar su vista para ver a aquel alfa que le observaba con diversión.

─ L-lo siento, no quise hacerlo. -Jeongin se levantó asustado tratando de huir de ahí, pero fue detenido por las manos del alfa. ─J-juro que no quería meterme, es solo que... ─Y su excusa fue interrumpida por el alfa que tanto había perseguido al omega durante esas últimas semanas.

─Tío, ya no hay más pan y... ─El alfa notó al omega y le sonrió con demasiado amor. ─Oh, hola, amor mío. ─Le saludó de lo más normal del mundo y luego siguió viendo a su tío. ─Tampoco hay más pastel de chocolate.

─Jinnie, ¿Conoces a este omega? Huele raro, es como si hubiese estado encerrado en un pequeño cuarto mientras fumaba marihuana. ─Dijo confundido Han Geng. ─Su olor es muy fuerte.

─Así es su olor natural, es demasiado adictivo. ─El alfa hablaba demasiado enamorado.

─Claro, adictivo para ti porque te gusta pasar todo el día fumando eso. ─Han Geng le regañaba serio. No entendía esa actitud de su sobrino y porqué su hermano permitía que su sobrino estuviera metido en esa vida. ─Bueno, los dejo solos. No quiero que hagan cosas sucias en mi restaurante, gracias.

El hombre los dejó solos, causando que Jeongin se sintiera un poco más nervioso por haber sido descubierto en esa situación. Él no era un acosador. Ni siquiera sabía por qué sus instintos le habían pedido ir hacia ese lugar. Un carraspeo se escuchó en el lugar cuando Hyunjin decidió acabar con el silencio para ver al omega.

─Bueno, creo que tú tienes que terminar de comer y yo tengo que seguir trabajando. Nos vemos después, omega. ─El alfa se acercó a besar la mejilla de Jeongin que aún seguía en estado de trance, se alejó sin esperar más para seguir con su trabajo, sin darse cuenta que Jeongin seguía sin reaccionar a lo que había pasado.

Después de unos minutos cuando al fin pudo reaccionar, llevó su mano a la mejilla donde aún sentía los suaves labios del alfa presionando su piel. Sonrió sin evitarlo y entonces un ligero calor se acumuló en sus mejillas poniendo estas de un tierno color carmesí. Se dirigió hasta donde su familia lo esperaba para comer, o al menos eso le dijeron, pero sus platos ya casi estaban vacíos.

─Miren, Jeongin tiene la cara roja, ¿Será que algún alfa llamó tu atención? ─Preguntó su hermano menor riendo por su descubrimiento.

─Cállate y sigue comiendo, Keeho. ─Su madre habló deseando que su hijo guardara silencio para que todos mantuvieran su comida de forma tranquila.

Con una mala mirada a su hermano, Jeongin comió muy rápido para irse lo más pronto de allí y no toparse otra vez al alfa.

Olor a marihuana | Omegaverse [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora