c i n c o

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Pooh se mantiene un buen rato sobre el sillón, limpiándose las lágrimas en silencio. Sabe que Naret estuvo cerca de él por un momento, pero luego prefirió subir al segundo nivel y dejarlo solo. Y eso no le molesta, para nada, porque al final él no era más que solo un conocido para el mayor y no era necesario que este lo consolara.

Así que después de unos minutos se levanta y sube en busca de su arco que pareció dejarlo sobre la cama de una de las habitaciones. Su mirada se desvió a medio camino hacia uno de los cuadros colgados de la pared, la familia que parecía vivir allí constaba de un padre, una madre y dos niñas. Pooh reconoció a una de ellas, porque acababa de sepultar su cuerpo junto a la casa.

Suelta un suspiro y termina de subir las escaleras e ingresa a la habitación donde estaba su arco, escucha el sonido del agua caer proveniente del baño y se sorprende porque hasta el momento no creía que el servicio de agua y luz continuara sirviendo como antes de la pandemia.

Sus instintos le dijeron que entrara, aunque su parte racional le pedía que se detenga porque claramente el sonido del agua corriendo significaba que Naret estaba dándose una ducha. Por lo que Pooh se quedó con la mano sujetando la perilla y sin saber que hacer, posiblemente sus pensamientos confusos lo tuvieron así durante unos minutos y no se dió cuenta de ello hasta que la puerta se abrió de golpe casi haciéndole caer.

Naret se encontraba usando únicamente su pantalón negro viejo que caía por sus caderas y se estaba secando el cabello con una toalla mientras continúas gotas rodaban por su pecho una a una siendo seguidas por la mirada de Pooh hasta esconderse en el borde de los pantalones del mayor.

— ¿Querías usar el baño?

— No sabía que había agua —intenta sonar lo menos nervioso posible—.

— Si, acabo de tomar una ducha —lo mira de pies a cabeza—. Tal vez tú también deberías.

Naret pasa junto a él y Pooh puede soltar el aire que estaba reteniendo en su pecho. Inconscientemente se olfatea a sí mismo porque cree que tal vez el sudor de hoy ha logrado que su cuerpo huela mal y por ello el mayor le mandaba a darse un baño, pero realmente no percibe un mal aroma proveniente de él.

De igual forma entró al baño y se dió una larga ducha disfrutando del agua chocando contra su piel y limpiando la suciedad de esta. Cuando terminó se dió cuenta que no había tomado la ropa de repuesto que llevaba en su mochila y tan solo quedaba una pequeña toalla colgando de una repisa en el interior del baño.

Por lo que rogando al universo se amarró aquella toalla a la cintura y abrió la puerta con la esperanza de que Naret no se encontrara cerca. Pero grande fue su sorpresa cuando al salir notó que el mayor si estaba en la habitación y se encontraba recostado sobre la cama mientras parecía leer un libro que tal vez sacó de alguna estantería del estudio de la casa.

— ¿Qué tanto tardabas allí dentro? —Naret preguntó en cuanto lo escuchó abrir la puerta—. Creí que te habías... —su voz se cortó cuando dejó de ver el libro para mirar al joven frente a él—. ...ahogado.

Naret tiene veintiséis años, es un joven mitad neozelandés y mitad tailandés que ha tenido alguna vez, la dicha de probar los manjares de ambas nacionalidades (y no se refiere a la comida). Así que puede asegurar que Pooh tiene el cuerpo más perfecto que ha visto alguna vez en todos sus años de existencia.

Estructural y anatómicamente proporcionado, con cada parte siendo aún mejor que la otra. Naret no puede evitar morder su labio inferior cuando unos cuantos pensamientos golpean su cabeza haciéndole temblar. El joven es delgado, mucho más que él, pero debe de admitir que posee músculos, un abdomen marcado y las venas que se remarcan en sus brazos y manos solo logran que su mente se nuble con más pensamientos indebidos.

Walkers ~ PoohPavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora