n u e v e

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Pasan un par de días en los que las heridas de Pooh termina de cicatrizar y el menor ya es capaz de ayudar a los demás con sus tareas para mejorar el almacén. Por el momento las expediciones se han prohibido, por el temor de cruzarse con aquel grupo de hombres asesinos.

Naret no se ha cruzado con él en ningún momento. El mayor parece realmente tomarse en serio lo de ignorarlo y pasar de él, porque ni siquiera comparte las comidas junto a los demás y casi siempre prefiere estar sentado completamente solo en el mirador.

Pooh se arrepiente de sus palabras, pero no sabe como pedir disculpas y simplemente sigue aplazando el hecho día tras día, sintiendo como su corazón duele al ser ignorado por el mayor.

Por otro lado, Pon no ha vuelto a insistirle sobre sus sentimientos, es más, el castaño parece también haberse alejado un poco de él y ahora lo ve pasar mucho tiempo con Ping, Sailub y Nut acompañándoles en la cocina.

Garfield, Pop y Lee se encargan de arreglar y organizar lo que queda de la medicina, además de preparar remedios caseros para ayudarles en las gripes continúas que la mayoría estaba teniendo porque el clima comenzaba a enfriarse.

En el caso de Benz, Michael y Topten se encargaban de vez en cuando de cuidar el cultivo y regar con algo de agua que conseguían extraer de un tanque ubicado en el patio trasero del almacén.

Pooh realmente se sentía inútil, no era bueno en la medicina, ni el cultivo, ni la construcción y mucho menos la cocina, por lo que se pasaba rondando el almacén en busca de que poder hacer o rogando poder cruzarse con Naret al menos por un corto momento.

— Pooh, ¿estás bien? —Benz se acerca al menor—. Hace mucho tiempo no nos sentamos a hablar, como lo hacíamos cuando estábamos encerrados en la universidad.

— Si, estoy bien —suelta un suspiro—.

Benz enarca una de sus cejas, pero prefiere no decir nada. Ambos jóvenes se quedan hablando por unos cuantos minutos más, hasta que Garfield se acerca a Pooh para darle la última pastilla que debía tomar para el dolor que poco a poco había comenzado a desaparecer.

Pooh fue testigo de como Benz comenzaba a ponerse nervioso y a balbucear palabras sin sentido, hasta que se levantó de su asiento y se despidió torpemente de ellos para luego huir hacia otro lugar del garaje. Eso le pareció extraño, pero cuando notó el leve sonrojo en las mejillas de su hermano, claramente comenzó a sospechar que algo ocurría allí.

— ¿Te gusta Benz? —preguntó de golpe—.

— ¿Cómo? —lo mira sorprendido—. ¿De qué hablas?

— Te sonrojaste apenas llegaste y lo viste conmigo —ladea su cabeza—. Además Benz se puso muy nervioso con tu presencia...

— No pasa nada —murmura y cierra la botella de agua—. Ya está, esa fue tu última pastilla, ahora si esperemos que no vuelvas a accidentarte porque la medicina está acabándose.

— ¿Por qué me cambias el tema?

— Pooh, déjame en paz —lo golpea en el pecho—. Ve y busca que hacer, todos estamos ocupados haciendo algo.

— No soy bueno en nada —hace un pequeño puchero—. Me gustaba salir de expedición.

— Bueno, por el momento no puedes hacerlo —lo apunta con su dedo—. Entonces quédate aquí contando cuantas arañas ves en el techo y déjanos trabajar al resto.

Pooh no se queja y deja que su hermano se aleje, para volver a recostarse sobre su colchón y observar el alto techo de metal que se encuentra cubriendo el interior del garaje.

Se remueve una y otra vez sobre su cama y cuando no logra conciliar el sueño, se levanta con molestia y toma su arco para dirigirse hacia el patio trasero. Mueve algunas cosas, coloca latas vacías sobre un estante viejo y se aleja los metros suficientes para luego alzar su arco y enfocar su mirada.

Walkers ~ PoohPavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora