Cuando terminamos de mirar una película que elegio Mauro, nos pusimos a hablar de la vida.
A mi se me metió la idea en la cabezita de prepararnos un Fernet y así lo hice.
Después de varios Fernets empezaron nuestras conversaciones más oscuras y profundas, culpa del alcohol.
-puedo prenderme un porro? -preguntó mi acompañante-
-fumas porro? -asintió y me quedo mirando esperando a que responda la pregunta anterior- si podes, que se yo
Él lo prendió y dio la primera calada, después de como dos más, me habló.
-queres? -dijo ofreciéndome-
-nunca probé el porro
-pero fumas cigarro?
-si, a escondidas
-bueno, imagina que es un pucho
Lo agarré y le di una calada, este era un poco más pesado que el cigarro.
Yo seguí fumando de ese y Mauro sacó otro para él.
Yo decidí poner música en el tele y así nos quedamos, mientras charlábamos de cualquier cosa.
...
A medida que pasaba el tiempo, las sustancias empezaban a hacer efecto, claramente mezclar Alcohol con porro no iba a dar un buen resultado
En un momento me paré para ir a buscar mi cargador pero Mauro me agarró de la mano y me tiró sobre él, haciendo que me quede sentada en sus piernas.
-estas linda hoy eh -dijo agarrando un mechón de mi cabello-
-ya lo sabía nene -dije mirándolo con atención-
Quizá era muy tarde para darme cuenta pero Mauro no era feo, tenía un perfil hermoso y un pelo negro divino.
Yo me acerqué apenas un poco, una distancia a la cual sentíamos la respiración del otro.
Mauro de a poco iba bajando su mirada a mis labios, los cuales después miraba con atención.
Yo repetí lo mismo que él, sus labios de veian tan suaves, lindos y rosas.
Hasta que de un momento a otro el cortó la distancia.
Parecía que una paz enorme recorría por los dos cuerpos.
Nos separamos por falta de aire y nos quedamos mirando.
-para, perdón boluda yo...
Nuevamente cortamos la distancia pero esta vez fui yo quien lo hizo.
Entre besos el fue sacando mi remera para dejarme en corpiño y empezar a masajear mis tetas.
Yo también saqué su remera y seguido su pantalón, ya se notaba muchísimo su bulto.
En un movimiento rápido lo tire a lo largo del sillón para bajarle el boxer y empezar a chuparsela, el me agarraba del pelo y me hundía más, parece que lo disfrutaba porque lo único que se escuchaba eran sus gemidos.
El acabó en mi boca y después me sacó para esta vez acostarme a mí a lo largo, me empezó a besar y dejó de hacerlo para seguir en mi cuello.
De mi cuello pasó a mis tetas, de mis tetas a mi abdomen y hasta que llegó a mi casi entrada.
Lo único que le cortaba el paso era mi calza corta, que de igual manera no era difícil de sacar.
Hasta que la sacó y empezó metiendo un dedo, poco a poco se empezaban a escuchar mis gemidos y tapaban la música de fondo.
Siguió metiendo más dedos hasta que acabé, sacó sus dedos de adentro de mí y me empezó a besar.
-me encantaría seguir pero no tengo forro, linda -dijo Mauro-
-esperame acá -dije saliendo de abajo de él-
Fui corriendo hasta la habitación de mi papá para sacar un preservativo de su cajón, ya que ahí los guardaba.
Saqué dos y volví de nuevo, le tiré uno y el otro lo deje en la mesa.
El se lo puso y ahora sí, seguimos con lo nuestro.
Él se había sentado en el sillón y yo me puse encima de él, después de entrar y tratar de acostumbrarme a su tamaño, empecé a dar saltitos pequeños.
Se ve que le encantaban porque no paraba de gemir, trataba de tapar sus gemidos chupandome las tetas pero era casi imposible.
Después de un rato acabamos y me volvió a acostar a lo largo del sillón, sin salir dentro de mí, volvió a empezar a penetrarme.
Yo gemia como loca, me hacía sentir muchísimo más arriba que el cielo.
Después de un rato salio de adentro mío y empezó a besarme, se sacó el forro, le hizo un nudo y lo tiro por algún lado.
Yo me paré a tomar agua y cuando me acordé del segundo preservativo me puse media contenta.
-segundo raund? -dije mostrandole el forro-
Él sonrió y yo se lo tiré, cuando se lo puso yo me quedé sentada en el sillón y este de un solo movimiento me puso de perrito.
Sin aviso previo empezó a penetrarme, yo no podía controlar mis gemidos aunque hacía todo lo posible, me mordía los labios para no gritar, ya hasta me habían empezado a sangrar.
-no hagas eso, me encantaría escucharte un poquito -dijo a mi oido-
Sin darme cuenta empecé a gemir, él lo hacía cada vez más fuerte y yo cada vez gritaba más y más.
Cuando él acabó, se sacó el condon e hizo lo mismo que con el anterior, para seguido acostarnos en el sillón.
Yo fui a buscar alguna tanga a mi habitación para ponermela y de paso alguna remera.
Mauro se puso su short y quedó así, sin remera.
Mauro decidió prenderse otro faso y seguimos fumando entre los dos.
Cuando terminamos yo me acosté a lo largo del sillón y Mauro hizo lo mismo nada más que apoyando su cabeza en mi pecho.
Yo inconscientemente le empecé a hacer mimitos en la cabeza y nos terminamos quedando dormidos y abrazados.