CAPÍTULO VEINTISIETE: «Mónteme»

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Sophie Vera

Viendo mi portátil releyendo una última vez el trabajo que he realizado sobre las células cuando me llega una llamada de Alexander a mi móvil, respondo sin dudar.

- Mi amor... -me recibe su voz ahogada.

- ¿Estás bien, amor?

- No... -responde preocupándome más.

- ¿Qué pasa? -se queda en silencio y escucho un sollozo-. Dime, joder.

- ¿Recuerdas el examen que tenía hoy para el que había estudiado tardes enteras? -hago un sonido de afirmación-. Me han dado la calificación y he suspendido.

Mis cejas se alzan casi uniéndose a mi cabello al caer en cuenta de la razón de su llanto. ¿Alexander está llorando por haber suspendido?

- ¿Por eso lloras?

- Sí... pasamos tardes centrados en mí para que pudiera aprender el temario para suspender el dichoso examen. -solloza.

¿Debería sentirme mal por parecerme gracioso esto? Creo que sí.

- ¿Dónde estás? -pregunto.

- Caminando para irme a mi casa con la mayor tristeza que he sentido pesando sobre mis hombros. -exagera.

- ¿Crees que puedas venir a mi casa? -hace un sonido de afirmación junto a un sollozo-. Pues ven y te abrazo.

- Está bien... la quiero mucho. -se despide.

- Te quiero más.

Finaliza la llamada y suspiro dejando el móvil a un lado pasando las manos por mi cabello aún sin creer que Alexander, quien suspendía todos los exámenes a los que se presentaba y faltaba a la mayoría de clases, ahora está llorando por suspender un examen y siempre acude a sus clases sin falta alguna.

Supongo que ha querido cambiar en el buen sentido y yo no puedo estar más orgullosa de ello.

El timbre de mi casa suena poco tiempo después, voy en calcetines, un pantalón corto y una de sus camisetas que le he robado para abrirle la puerta. Al hacerlo me abraza con fuerza escondiéndose en mis tetas tomando una profunda respiración.

- Me duele la cabeza. -informa.

- Pasa, te prepararé un té. -comento.

Negándose a soltarme me hace tener que caminar con sus brazos rodeándome, al subir las escaleras de la entrada me tiene que alzar en brazos y me lleva a la cocina. Enredo mis piernas en su cintura riendo al verle tan aferrado a mi cuerpo, como si fuese lo único que merece la pena aferrarse en su vida.

En sus brazos preparo el té con cierta dificultad sintiendo los besos que Alexander reparte en mi pecho al haber metido la cabeza dentro de la camiseta dejando sus labios rozar en mi cálida y suave piel.

- Al final vas a asfixiarte, sal de ahí. -le digo.

Gruñe en descontento con mis palabras, me carcajeo sin poder evitarlo y esperamos abrazados a que el microondas finalice los minutos que requiere para calentar el agua con la bolsa de manzanilla que tiene en remojo.

Cuando el té ya está preparado lo saco del microondas y saco a Alexander del interior de mi camiseta entregándole la caliente bebida, nos lleva al sofá sentándome en su regazo y bebiendo el líquido caliente tan rápido como le es posible.

- La finalidad es que los disfrutes lentamente, amor. -digo.

- Lo único que voy a disfrutar lentamente como usted dice es su cuerpo, hechicera.

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