Sophie Vera
Han pasado tres años desde aquella obra de teatro, la vida se me ha ido volando y ahora resulta que tengo veinticinco años, una casa donde vivo con Alexander, un perro monísimo llamado Reth y un trabajo estable habiéndome convertido en bióloga marina como soñaba desde niña.
Han sido tres años un tanto caóticos para ser sincera, el verano después de la universidad me fui de vacaciones tantas veces como pude con Alexander y su familia o Alexander y la mía que se resume a Carlota. Ese verano los dos aprendimos a conducir con bastante facilidad amando ahora la conducción aunque si vamos juntos a algún lugar siempre conduce él, soy su amor y me mima mucho.
Tras el verano comenzamos a buscar trabajos encontrando unas buenas ofertas yo en la empresa "Ocean free" y Alexander logró empezar a trabajar en "Animal ever". Seguíamos en casa de nuestras familias hasta conseguir el dinero para comprar una casa humilde aunque siendo justa para nosotros dos y el perro. Ese año estuvo lleno de cambios donde no negaré que discutimos bastante, podríamos decir que ha sido la peor etapa de nuestra relación ya que compartíamos muy poco tiempo de calidad juntos, los dos estábamos agotados y estresados por dar toda nuestra energía en los trabajos llegando a casa sin ganas de nada.
Nunca pensamos en dejarnos, pero fue agotador mezclar el estrés del trabajo, las facturas, el independizarte de la mano con tu pareja y las discusiones que cada vez eran peores. Cada discusión se alargaba más, la primera pasamos unas horas sin hablarle al otro, la última pasamos toda una semana casi sin vernos ya que Alexander huía viéndose afectado por la situación. Eso desencadenó otra discusión en la cual conseguimos buscar una armonía donde no fuésemos una carga para el otro sino un apoyo en un momento de tantos cambios.
El siguiente año todo marchaba mil veces mejor, la convivencia más ligera, había vuelto la frecuencia del sexo casi siempre nocturno y nos adecuamos a nuestras nuevas vidas como adultos independientes que sacaban tiempo para el otro hasta de donde no teníamos porque con amor y respeto de por medio, todo se puede. Fuimos indispensables para el otro en todo momento.
El tercer año todo fue rodado, siendo todo más ligero, sin estar tan ahogados con las facturas, nos familiarizamos con el mercado, los trabajos que amábamos y al no estar saturados como antes adoptamos a nuestro perrito. Fue un regalo de aniversario que Alexander tuvo ganándose muchos besos, y más cosas, por mi parte en agradecimiento.
Y hoy, un año más, es nuestro aniversario número cuatro. Cuatro años llenos de amor, comprensión, un inmenso cariño y muchas ganas de seguir construyendo vida con el otro al lado sujetando nuestras manos siempre.
Ahora me encuentro terminando unas cositas en el trabajo respecto al ADN de una orca del lugar que encontramos muy herida y enferma rogando por ayuda al borde de la muerte, una que sería muy dolorosa.
El lugar donde yo trabajo rescatamos animales marinos que se encuentran en peligro de extinción reproduciéndoles aquí en el centro o también curamos animales heridos antes de liberarlos si es que pueden volver a una vida salvaje como anteriormente.
Mi teléfono suena en mi bolsillo y respondo la llamada sabiendo precisamente quién es.
— Hola, mi amor, ¿ya viene para la casa? —dice Alexander desde el otro lado de la línea.
No, no ha dejado de tratarme de usted y al parecer nunca lo hará. Yo bastante feliz con eso.
— No, amor, pero ya solamente me quedan guardar los datos de la orca que te comenté y me voy. —respondo.
— Fenomenal, mi hechicera. Le tengo la comida ya preparada, avíseme cuando vaya llegando y se la sirvo en la mesa. —informa.
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Nuestra divertida lista [+18]
RomanceAlexander se considera una persona demasiado sexual y fantasiosa. Adora disfrutar del buen sexo con una compañera de cama y otra de sus grandes pasiones es el hecho de conocer a las chicas que caen en su cama. Sophie anhela encontrar alguien quien...