CAPÍTULO TRES: «Clases»

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Alexander Shirley

Voy viendo la ubicación que Sophie me ha enviado por mensaje para poder llegar a su casa consiguiendo saber que nuestros hogares quedan bastante cerca el uno del otro, a diez minutos caminando si hablamos con exactitud. En mi auriculares se mezcla la voz de la inteligencia artificial que me va indicando con la ubicación y mi música que sin ella no puedo vivir.

A veces siento que somos la música y yo contra el mundo.

Hago sonar el timbre cuando llego a mi destino y me cruzo de brazos viendo a los alrededores esperando para que me abran la puerta. Cuando esto pasa me encuentro con un rostro parecido al de Sophie aunque no sea ella quien se encuentra en la puerta.

- ¿Hola? ¿Tú eres...? -pregunta notándose realmente confusa.

No me jodas que me he equivocado de casa.

- Alexander, busco a Sophie. -digo.

- ¿Alexander Shirley? -cuestiona y asiento con mi cabeza estando dudoso de su rostro que me resulta familiar-. Soy Carolina, la hermana mayor de Sophie.

Hago memoria confirmando su familiaridad con Sophie. Recuerdo haberla visto varias veces por los pasillos de la universidad hace un año, después se graduó y no supe nada más de ella. Se podría decir que nos llevábamos bien en sus tiempos cuando nos castigaron a los dos limpiando la cafetería, fue nuestra única toma de contacto directa aunque la saludaba de vez en cuando al verla por los pasillos.

- He venido a estudiar con Sophie, ¿no le ha dicho nada? -hablo queriendo salir del ambiente incómodo que se ha formado por culpa del silencio.

- La verdad es que no, pero pasa. Esta en su habitación, la última puerta a la izquierda en el pasillo. -me indica dejándome pasar.

Agarro las asas de la mochila con las manos sudorosas sabiendo que jamás he venido a estudiar realmente con una chica, siempre terminamos teniendo sexo nada más cruzo la puerta de sus habitaciones.

Arrastro mis pies hasta donde me ha dicho Carolina encontrándome un cartel con el nombre de Sophie en la puerta, golpeo la madera con mis nudillos y escucho un gruñido desde el interior de la habitación. Sus pasos se acercan y la puerta se abre mostrándome a una Sophie somnolienta que casi ni abre los ojos.

- Carolina, te he dicho que... -su vista parece enfocar mi rostro y se tapa la boca sorprendida.

- ¿La he despertado? -pregunto dibujando una sonrisa burlona en mis labios.

- Mierda, mierda, mierda... -mira hacia detrás confirmando la hora que es en el reloj digital que tiene en la mesita de noche-. Me dormí y olvidé ponerme una alarma. Pasa, siéntate donde más cómodo estés.

Me hace un espacio y me adentro en su habitación bastante pulcra y ordenada, tomo asiento en la silla del escritorio con su permiso y ella desaparece por una puerta que parece llevarla a un baño personal de uso propio de ella.

Observo a mi alrededor topándome con las paredes blancas y rosas pálido que decoran el dormitorio. Contiene un ramo de tulipanes blancos en el marco de su ventana y la habitación huele a limpieza y a dulce.

- Ya estoy, podemos empezar. -escucho su voz y giro en mi propio eje viéndola salir del baño con el rostro más despierto aunque con las mismas prendas consistentes en un pantalón corto y una camiseta ancha que parece tres tallas más que la suya.

Se sienta en los pies de la cama subiendo sus piernas cruzándolas quedándose en una posición india mientras me mira, yo giro la silla por completo quedando frente a ella. Otra mujer ya estuviera encima de mi regazo y si ella fuera otra, yo estaría besándole el cuello ahora mismo, no nos estaríamos mirando a los ojos en silencio.

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