Hinata Shoyo había amanecido despues de una noche con 38.7 de fiebre, había maldecido por eso.
Durante ese casi mes que llevaba en Japón había denominado a los días sin entrenamientos o partidos como los días flojos, solía tomarse más tiempo de lo normal para salir de la cama e incluso dudaba bastante si tomar un ducha o no, al final del día solía estar completamente solo, con el pasar de los días su relación con Kageyama había vuelto a ser lo mismo de los primeros días en Brasil, un vaivén constante en donde nunca se sabía si ese día estaría presente en la vida de Shoyo o no.El timbre del pequeño departamento sonó y de forma perezosa se levantó de la gran cama buscando con la mirada sus pantuflas, tomó aire antes de soltarlo en un gran suspiro mientras arrastraba un pie detrás de otro para llegar hasta la puerta principal. Recordaba antes de caer inconsciente qué le había pedido por favor a sus compañeros de equipo que lo dejaran descansar y que podría recuperarse solo, los cambios de emociones constantes era lo que lo tenía enfermo.
-Atsumu agradezco mucho esto pero...
Las palabras se vieron atropelladas una tras otras y sintió como los latidos de su corazón se aceleraban hasta casi salirse de su pecho cuando sus ojos entre abiertos se enfocaron en el más alto al otro lado de la puerta.-Perdón por no ser la persona que creías.
-¿Kageyama?
Su boca seguía abierta por la sorpresa, ni si quiera recordaba haberle dicho alguna vez a Tobio donde quedaba su hogar.-Anoche me enviaste un mensaje porque estabas enfermo.
El pelinegro saco su celular rápidamente de su bolsillo, buscando aquel mensaje mencionado y enseñandoselo al pequeño pelinaranja.-¿Yo hice eso?
La fiebre le había jugado una horrible broma, definitivamente.-Pase incluso a comprar gachas y un par de remedios qué en la farmacia dijeron que podía servir para la fiebre...
La mano del armador se removia dentro de una gran bolsa qué parecía llena de cosas, ¿Cuánto podría haber comprado?Hinata tomo su mano haciéndolo pasar y cerrando la puerta detrás de él, sintió vergüenza al pensar en lo desordenado que se encontraba el departamento así que de forma rápida ordenó por encima algunas cosas.
-Siéntate ahí, no te muevas debo bañarme.
Se giro tan rápido en su propio eje que se tambaleó casi cayendo al piso, Kageyama se levantó con rapidez acercándose de inmediato para envolverlo con sus brazos.-Shoyo nunca sabes cuando estas en tu limite, eres como un niño.
Poso su gran palma en la frente del pelinarajana apartando un par de pequeños mechones qué caían algo húmedos por el sudor encima.- Sigues con fiebre, ¿Cómo es que sobreviviste en Brasil?-Me cuidaba Pedro.
Sus labios a penas se movieron y Tobio hizo una mueca ante aquel nombre que desconocía.Bastaron un par de minutos para que el más pequeño cayera rendido en un profundo sueño entre los brazos del pelinegro, cuanto extrañaba dormir abrazados...
Cuando volvió a abrir sus ojos la habitación estaba completamente a oscuras, la noche había caído y Hinata calculo que probablemente había dormido todo el día pero aún así sentía que podía dormir por toda una semana, se acomodo entre las sábanas y volvió a cerrará sus ojos de forma lenta para caer nuevamente en los brazos de Morfeo, o eso espera hasta que escucho ruido en la cocina y lo recordó: Su ex estaba en la casa.
Se levantó de un salto acomodando su pijama, la transpiración por la fiebre se había encargado de humedecer toda su ropa, se levantó a pasos lentos para encaminarse hasta la puerta abriéndola sin meter ruido alguno, desde hay visualizo aquella gran espalda en la cocina moviéndose de un lado a otro.
–¿Kageyama?
El pelinegro volteo para observar a Shoyo asomando solo sus ojos por la puerta de de forma tierna.–Ah Hinata, estaba esperando que despertarás.
Se dio media vuelta para dejar el último plato sobre la mesada llena de diferentes comidas.– No sé cocinar, lo pedí por delivery...Shoyo solo se río en voz baja antes de salir de la habitación por completo y caminar hasta la cocina, se sentó antes de comenzar a comer en silencio, llevaba durmiendo tanto tiempo que sentía que no comía hace meses.
En cuanto alzó su vista luego de devorar el segundo plato se encontró con los aquellos ojos azules que hacían que su corazón se acelerara de inmediato.–¿Kageyama puedo hacerte una pregunta?
Hablo con la boca llena de fideos y el más alto quien se encontraba de pie frente al pelinaranja solo soltó una pequeña risa antes de negar.–¿Qué quieres?
–¿Yo aún te gusto un poquito? ¿Aún que pasará todo este tiempo?
Kageyama suspiro y Hinata puchereo.–No quiero responder eso.
Se cruzo de brazos con aquel rostro serio qué lo caracterizaba.La puntada en su corazón volvió, intento concentrarse nuevamente en la comida pero sus ojos ya estaban completamente llorosos. Quizás en algún punto debió rendirse con Tobio, quizás debió haber intentado con todas sus fuerzas que dejara de ocupar un espacio en su corazón, pero al contrario solo lo espero por años para esa respuesta.
–¿Por qué vas a llorar, Shoyo?
–No voy a llorar...
Su voz se quebró a la mitad de la oración y maldijo su debilidad.–Te conozco.– Sonrió de forma melancólica sin quitar su vista del más bajo– Estamos bien como amigos, ¿No crees?
–Si, supongo...
–Creo que es mejor que me vaya.
La situación se había tornado algo incomoda, Hinata estaba al borde del llanto mientras que Kageyama ni si quiera podía expresar algo.Shoyo se levantó para acompañarlo hasta la puerta y una vez ambos estuvieron parados frente a esta sus miradas se volvieron a encontrar.
–Kageyama, despídete de mi de la forma en la que tu corazón quiera despedirse.
Cerro sus ojos luego de decir aquello evitando mirar una cara de burla, pero al contrario solo sintió los labios del contrario sobre los suyos en un pequeño beso.–Nos vemos.
En cuanto abrió sus ojos frente a él solo se encontraba la puerta principal de su departamento siendo cerrada.
Su corazón y su mente estaban igual de revueltos.