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–Esto no puede ser un tiempo, no sé cuanto pasará y si en ese periodo nuestros sentimientos puedan cambiar.
El corazón de Hinata se apretó en su pecho en cuanto escucho aquellas palabras impidiendo incluso que el aire pudiera circular, su vista se había vuelto borrosa debido a las lágrimas acumuladas qué se negaba a soltar.

–¿Es necesario terminar? ¿Esto es por que me iré un tiempo? Las relaciones a distancia funcionan a veces, yo...

–No, Shoyo.
Lo interrumpió.
A pesar de que ya llevaban casi dos años de relación, Kageyama jamás solía llamarlo por su nombre y esta vez aquello fue lo que provocó que se  quebrara en un llanto desconsolador.– No voy a prometerte cosas que no sé si pueda cumplir, no sé si pueda existir un nosotros en un futuro porque no se como evolucionaran las cosas.

–¿Por qué?

–Ya no llores, esto es por mi.
Sus manos acobijaron las sonrojadas mejillas del pequeño pelinaranja, quien no podía parar de llorar y sorber por la nariz a falta de pañuelos.– No hay nada contigo, es que yo necesito poder concentrarme en el volley de forma profesional

–Entonces prométeme que cuando vuelva y estés consolidado estaremos mejor, juntos.

–No puedo prometerte nada, Shoyo, te amo pero no puedo, perdón.
El pelinaranja abrió sus ojos sorprendidos al ver por primera vez en todos esos años al Tobio llorar de esa forma.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

–Finalmente creo que fui tan insistente qué accedió a mantener una amistad, prometió hablarme a diario aun que no fuera mucho por sus entrenamientos.
Sus manos envolvieron el vaso con el dulce trago por unos segundos mientras lo observaba burbujear, ni si quiera le pregunto a Atsumu que era.

–¿Y qué paso entonces?
El rubio había estado escuchando atentamente a cada palabra que el más bajo le contaba, para ser sinceros ni si quiera él sabía como habían llegado hasta su casa para continuar con eso. 

–Los primeros días me enviaba mensajes, seguía siendo el mismo Kageyama de siempre...
Sobo sus ojos qué ya se encontraban totalmente hinchados.– Luego los mensajes eran cada vez menos recurrentes y más fríos, de a poco ya no hablábamos.

Atsumu extendió su mano hasta los anaranjados cabellos dejando un caricia, el alcohol definitivamente los había soltado un poco más entre ellos.

–Un día simplemente me saco de su vida y desapareció, solo sabía de él a través de la televisión.

–¿Fue muy difícil?

–Me demore semanas en volver a comer adecuadamente, no dormía y salía de noche a llorar solo a la playa.
Los recuerdos realmente lo agobiaban, era como volver a sentir nuevamente. Ver a Kageyama fue como volver a revivir todo.– Pedro mi roomie fue mi salvador, al principio no me hablaba pero cuando noto por lo que estaba pasando me preparaba ramen y veíamos anime juntos.

–Lo odio aún más.
Shoyo río con tristeza ante ese comentario.

Llevaba tan solo dos días en Japón y ya había llorado ambos, incluso comenzaba a replantearse si su vuelta había sido una buena idea.
Al menos había logrado conseguir una cercanía con sus compañeros.

No promise. 《Kagehina》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora