-Entonces si existió una relación entre Kageyama Tobio y Hinata Shoyo, increíble.
-Eso explica la monstruosa conexión que existía en la cancha.
Los castaños ojos observaron con detención al pelinaranja que dormía profundamente con su mejilla pegada a la oscurecida ventana del bus que los transportaba a su primer partido.– ¿Sabes por qué terminaron?–Si, pero Akaashi dijo que si se me escapaba algo iba a romper nuestro compromiso.
Bokuto puchereo al recordar el amenazante rostro de su novio, realmente iba enserió con su advertencia.–¿Qué te importa por qué terminaron? Eres realmente terrible.
Sakusa Kiyoomi volvió a entrar en la conversación solo para regañar a Atsumu.–No seas malo conmigo, Omi Omi.
El pelinegro soltó un suspiro volviendo a voltearse para seguir mirando por la ventana.–¡Buenos días!
Todas las miradas se dirigieron hacia el sol del equipo, quien se estiraba de forma energética en el asiento.Dentro de la mente de Bokuto no logra calzar aquella felicidad genuina que irradiaba el chico, ayer había estado en su casa llorando.
–¿Preparado para hoy?
El búho blanco poso su mano entre Los anaranjados cabello revolviendo estos, Hinata sonrió y asintió.–Por supuesto.
–Debí haber pedido ayuda para llegar al baño.
Sus ojos recorrieron con curiosidad los pasillos dando con una señaletica que indicaba qué su preciado destino estaba a la vuelta de la esquina.–¿Aún tienes esa costumbre de ir al baño antes de jugar?
¿Alguna vez sintieron un dolor ta grande que oprime tu pecho y ni si quiera puedes respirar? Ni el cuerpo, ni la mente reaccionan y solo lloras hasta que ya no puedes más, deseando dormir por días para dejar de sentir.
Así se sintió Shoyo el primer año en Brasil, así se sentía Shoyo en ese momento cuando la voz de quien simplemente un día lo dejo inundaba su mente.–Para nada, ya no soy ese tipo de hombre con problemas estomacales.
Su rostro se mantuvo serio, pensano en Los consejos que Akaashi le había dado solo una noche antes. Debía lucir sereno a pesar de que los nervios estaban a punto de hacerlo vomitar.–Más te vale, idiota.
Tobio le sonrió, Shoyo por instinto mostró una sonrisa forzosa, aun que aquella acción terminó por doblegarlo. Realmente quería llorar.–Ahora puedo ganarte hasta en una pulseada.
Quiso golpearse en la frente, estaba tan nervioso que contesto la primer estupidez que vino a su mente, aun así mantuvo una fingida sonrisa desafiante.¿Realmente Kageyama no estaba mal?
¿No estuvo semanas sin comer? ¿No tuvo insomnio? ¿No tuvo miedo?–¿Quieres intentar?
El pelinegro alzó su mano en búsqueda de alguna respuesta del más bajo, Hinata arreglo su chaqueta buscando alguna forma de salir de la situación.