𝘼𝙢𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙮 𝘾𝙤𝙢𝙥𝙡𝙚𝙩𝙖𝙧𝙩𝙚★;....ᴋɪᴅᴅᴠᴏᴅᴏ

002★

                                Narrador omnisciente★

Estaban los dos mirándose mientras el cister no sabía que decir.

—Y ustedes cómo se conocen!?—pregunto el hermano de la chica mirándolos.

—En el carrete del pablo.—dijo el David mirandolo a los dos.

—Y que haces aquí!?—pregunto la pelinegra al chico.

—Soy el amigo de este.—dijo apuntando al chico a su lado.

—A.—dijo secamente y agarro las frutillas y se fue.

—Es tu hermana encerio!?—pregunto el David hacia su amigo.

—Si—dijo este y reacciono.

—Por ella el Carlos lloriquiaba y decía que la quería y que ella no quiso estar con el!?—

—Ella fue la que encontraste linda en el carrete!?—

Preguntaron los dos al unisono.

—Si.—respondio el Esteban primero.

—Si,ella era.—Respondio ahora el David.

—No teni oportunidad,la cagaste hijo por dios.—dijo el cister.

—Ni quien la soportará.—

—Oe!—

—Ya perdón,sigue jugando oh!—

                                    •••

La pelinegra estaba en su pieza con su guitarra intentando aprenderse una letra.

Sus dedos se movían al ritmo de la letra saliéndole la canción.

-VAMOS!-grito ella y después se tapo la boca.

Los dos amigos estaban en la cocina todavía cuando escucharon el grito de la pelinegra.

El David soltó una carcajada y su amigo le pegó en el brazo haciendo que se cayara.

—Que está haciendo?—susurro.

—Debe estar tocando la guitarra.—

—Toca la guitarra?—pregunto este y el otro asintio.

—Nunca escuché que una mujer tocaba la guitarra.—

—La Danna desde chica que toca si.—

—Aah—

                                    •••

La pelinegra estaba sentada en el sillón con su celular sin hacer nada.

—Pa' que po' si yo la tuve que pagar.—venia alegando el David.

Abrieron la puerta de la cocina asustando a la pelinegra.

—Ah,hola.—dijo ella fríamente.

—Y tu enana?—pregunto el cister viendo como ella comía frutillas como loca.

—TE COMISTE LA OTRA CAJA DE FRUTILLAS?—pregunto con una mano en la cabeza.

—Si.—dijo ella obvia.

—Ojala te de una diarrea explosiva por no dejarme.—maldicio.

—Tanto te gustan las frutillas?—pregunto el David ahora.

—Uuhm si.—dijo ella asintiendo.

—Estas loca.—

—Igual que tú.—