El pasar de los días continuó sin muchos cambios en la rutina de Caitlyn. El aire parecía pesar sobre los hombros de la Kiramman mientras se inclinaba sobre el cuerpo de Jinx. La tenue luz proyectaba pequeñas sombras danzantes sobre el rostro de la contraria, acentuando cada corte y contusión que lo adornaba. Con delicadeza, deslizó un paño humedecido sobre las heridas, limpiando la zona para lograr que cicatrizasen sin mayores problemas.
Concentrada en su tarea, no escuchó el suave gemido hasta que notó cómo el rostro de la joven de Zaun comenzaba a dar indicios de un pronto despertar. Los párpados de Jinx temblaron antes de abrirse por completo; sus pupilas, dilatadas debido a la luz, se enfocaron en el rostro de Caitlyn, quien, al verla, se enderezó y apartó, poniendo una distancia prudente entre ambas. El recuerdo de su anterior despertar aún pesaba en su mente, el cual era un recordatorio constante del peligro que representaba incluso estando postrada.
Jinx, por su parte, se incorporó con lentitud. Cada movimiento parecía estar siendo medido, casi como si quisiese comprobar el estado de su propio cuerpo. Sus ojos, aún nublados por el sueño, pero atentos a cualquier movimiento, recorrieron la figura de su acompañante de pies a cabeza.
―¿Ahora estás jugando a ser la dulce enfermera? ―el veneno en su voz emergió de manera rasposa―. Qué linda. ¿Planeas postular al premio de la buena samaritana del año?
Acostumbrada al común trato mordaz que recibía con regularidad, respondió con calma, ahora sentada a los pies de la cama.
―Estaba atendiendo tus heridas. Algunas aún necesitan cuidados. No soy experta en esto, pero hago lo que puedo para que no se infecten.
La mirada de Jinx se desvió hacia su hombro vendado. Con un gesto casi ausente, sus dedos trazaron el contorno del vendaje, palpando la zona y comprobando su umbral del dolor al presionarlo; había bajado considerablemente, sin embargo, aún molestaba. Su expresión se tornó pensativa, como si estuviera desentrañando un complejo rompecabezas cuyas piezas no terminaban de encajar.
―¿Por qué? ―la pregunta, aunque simple, confundió a la mayor. Jinx volvió a clavar sus ojos en Caitlyn, esta vez de manera insistente queriendo obtener una respuesta que saciase sus dudas―. ¿Por qué demonios te molestaste en salvarme? ¿Acaso esperas que te dé las gracias y me reforme para que comamos perdices felices de la vida?
Caitlyn sostuvo la mirada de la menor sin vacilar. Sin embargo, antes de que pudiese responder, la de Zaun continuó con la voz elevándose en cada palabra que emitía.
―¿Te das cuenta de lo ridículo que suena? Es como si un ratón decidiera salvar al gato que se lo quiere comer, vaya, qué idea más genial. Y no, no es genial. ¡No tiene ningún sentido! ¿le ves alguna lógica? Es la cosa más idiota que podrías haber hecho ―hizo una pausa, como si estuviera considerando algo―. De hecho, creo que esto te convierte en la persona más estúpidamente estúpida que he conocido. Y créeme, he conocido a muchos idiotas en mi vida.
Esperó pacientemente que terminase de hablar, permitiendo que la contraria se desahogara. Cuando finalmente decidió detenerse para tomar aire, aprovechó de responderle.
―Francamente, no me interesa lo que pienses de mí. Puedes llamarme estúpida todo lo que quieras. Eso no cambia el hecho de que hice lo correcto. No veo nada de malo en haber salvado una vida.
Hizo una pausa, sin despegar sus ojos de los contrarios, como si quisiera asegurarse de que cada palabra fuese comprendida.
―Si tuviera que volver atrás, lo haría de nuevo sin dudarlo.
Ante la inesperada respuesta, Jinx sólo atinó a parpadear desconcertada, especialmente por la firmeza de su voz. No obstante, con rapidez recuperó su compostura mientras su rostro volvía a endurecerse.
ESTÁS LEYENDO
Shadows of Memory 【 Jinx x Caitlyn 】
RomanceCaitlyn y la criminal más odiada de Piltover, se enfrentan en un juego mortal que se lleva a cabo durante una persecución. Sin embargo, cuando un accidente provoca que la oficial pierda la memoria, Jinx ve la oportunidad perfecta para darle un giro...