Cicatrices (anthony bridgerton) ✔️

CAPÍTULO 9

—No, no, Anthony, así no —corrigió Penélope riendo. Llevaba dos semanas usando muletas y se desplazaba por la planta baja de la cabaña sin problemas. Hoy había insistido en que le enseñara a hacer pan. Quería ayudar en todo lo que ella y Dorothea le permitieran ahora que no estaba postrado en cama. Por supuesto, eso significaba que ella o Dorothea tenían que enseñarle a hacer ciertas tareas en la cabaña, ya que como vizconde tenía sirvientes que hacían esas cosas por él.

—Dijiste que debía amasar el pan con fuerza, Anne —protestó desde su asiento frente a ella en la mesa de la cocina.

—Sí, lo hice —concedió—. Sin embargo, diría que estás batiendo la masa en lugar de amasarla con firmeza. ¿Recuerdas cómo te lo mostré? —arqueó una ceja.

—Sí. ¿Puedes mostrarme qué estoy haciendo mal? —resopló frustrado.

—Por supuesto —convino Penélope. Se levantó de su asiento y se paró al lado de Anthony. Tomó sus manos y empujó la masa con las palmas de sus manos—. ¿Ves cómo uso las palmas de mis manos con suavidad pero con firmeza mientras la empujo hacia afuera y luego la doblo hacia mí, la giro y comienzo el proceso nuevamente? —explicó con paciencia.

Anthony asintió "Sí, ya veo. Juré que lo estaba haciendo tal como me lo mostraste antes", la miró con entusiasmo y ella le sonrió con dulzura. Realmente quería contribuir y ayudar, lo cual era muy entrañable.

"Ahora inténtalo de nuevo y te haré saber si hay algo que corregir", le indicó.

Empezó de nuevo y aunque mejoró un poco, seguía siendo un poco brusco. "Mejor", dijo y luego, sin pensarlo mucho, Penélope se movió para corregirlo poniendo sus manos sobre las de él. "Así, ¿sientes cómo lo hago con firmeza pero sin golpearlo hasta matarlo?"

Anthony se sorprendió gratamente de que ella le diera instrucciones poniendo sus manos sobre las suyas y sintió una descarga eléctrica que le recorrió la columna vertebral ante ese contacto. Ella se había acostumbrado lo suficiente a él como para que pareciera que no se le ocurriera tocarlo sin estremecerse o apartarse bruscamente. Sus manos eran suaves y pequeñas y él se encontró luchando contra el impulso de envolverlas dentro de las suyas, más grandes. Las últimas dos semanas habían visto su amistad profundizarse más de lo que creía posible cuando se encontró por primera vez con su desconfianza hacia él. Miró su mano llena de cicatrices y volvió a pensar en todo lo que había pasado: estaba llena de más valentía que la mayoría de los hombres que conocía. Sin embargo, ella se apresuraba a ignorar cualquier tipo de cumplido que él intentara hacerle.

—Sí, ahora entiendo lo que quieres decir. Gracias, Anne. Eres una profesora excelente y paciente —le sonrió y ella se sonrojó.

Ella apartó las manos de las de él y se alejó un poco, y él se sintió desolado por la pérdida de su toque. "Gracias, Anthony", murmuró y su sonrisa se ensanchó.

—Creo que es la primera vez que realmente aceptas un cumplido mío, Anne.

—Seguro que no, Anthony —protestó Penélope mientras regresaba a su silla para reanudar el amasado de su propio pan.

—Es cierto —insistió mirándola implorante—, he notado que te apresuras a desviar cualquier tipo de estímulo que intento darte. Mientras tanto, tú me estás animando constantemente en mi proceso de curación y en el aprendizaje de diferentes tareas por aquí. ¿Por qué te resulta tan difícil recibir lo que tan voluntariamente das?

Penélope se movió incómoda en su silla ante sus astutas observaciones. Cada vez era mejor leerla como un libro. A una parte de ella le gustaba tener a alguien además de Dorothea con quien poder abrirse, pero otra parte se resistía a compartir más de sí misma por miedo a encariñarse aún más con él y que descubriera su secreto. Cuanto más revelaba sobre sí misma, más crecía la posibilidad de que él pudiera relacionar esas cosas con Penélope Featherington.