Cicatrices (anthony bridgerton) ✔️

CAPÍTULO 24

"Dios mío, Pen, eres despiadada ", le sonrió Eloise a su mejor amiga mientras golpeaba la pelota con tanta fuerza que la pelota de Anthony había sido enviada fuera del camino del aro.

Penélope se apoyó en su mazo con los ojos muy abiertos y una mirada inocente "¿Qué quieres decir, El? Simplemente estoy jugando el juego, ¿no?"

Colin y Simon se rieron disimuladamente detrás de sus manos ante su respuesta mientras Eloise se reía a carcajadas. Anthony, por otro lado, se dirigía a paso firme hacia su prometida con una mirada atronadora en su hermoso rostro. A pesar de su exterior tranquilo, Pen estaba positivamente mareada de vencerlo en un juego que era conocido por dominar dentro de su familia. No habían peleado demasiado en su relación y se preguntó si esto se convertiría en una discusión acalorada. Él nunca la había mirado así antes y aunque sabía que su competitividad se estaba haciendo notar, no estaba segura de si estaba realmente enojado con ella o si su orgullo estaba herido. También encontró que la mirada ardiente que le estaba lanzando era bastante emocionante .

Ella se levantó de su apoyo en su mazo cuando él invadió su espacio y con los dientes apretados gruñó "¿Puedo hablar contigo un momento, Pen?" Dado que su tono toleraba cualquier desacuerdo que pudiera tener, asintió y él la tomó suavemente del codo para guiarla a una pequeña alcoba en el jardín fuera del alcance del oído de sus hermanos, quienes en este punto se estaban riendo muy obviamente de la pareja.

Después de dejar caer el mazo a un lado, apoyó las manos en la pared de hiedra que cubría la alcoba en la que Penélope estaba atrapada. Sus ojos ardían y ella sintió que el mazo que llevaba se le resbalaba de las manos cuando decidió que no se dejaría intimidar por su espíritu competitivo. Había dicho que amaba su espíritu competitivo, ¿no?

Penélope se puso de pie y con fuego en sus ojos le dirigió una desafiante inclinación de su barbilla "¿Hay algún problema, Anthony?"

—Tú sabes muy bien que hay un problema, cariño. ¿A qué clase de juego estás jugando? —resopló y arqueó una ceja.

Ella sonrió con sorna "Sabes exactamente a qué juego estoy jugando, Anthony Bridgerton. Juego para ganar, ¿no es ese el objetivo de Pall Mall?"

—Bueno... sí —tartamudeó—, pero parece que me estás persiguiendo a propósito. Soy tu prometido.

—Has dicho en más de una ocasión que te encanta mi carácter agresivo, Anthony. Creo que te molesta el hecho de que soy una verdadera competencia. No creías que yo fuera capaz de eso, ¿verdad? —dijo ella desafiante.

Anthony se enderezó un poco, pero la mantuvo enjaulada entre sus brazos. —Sé que puedes hacer cualquier cosa, Penélope. Ese no es el punto. ¿Por qué me estás saboteando a mí, tu amado futuro esposo? —Sus ojos se suavizaron y gimió como un niño pequeño.

Penélope soltó una carcajada "Quiero ganar y te dije que no habría equipos. Cada mujer o cada hombre lucha por sí mismo, cariño". Le dio una palmadita condescendiente en la mejilla y trató de salir de la alcoba. 

Él se acercó tanto que ella tuvo que estirar el cuello para mirarlo a la cara. "Eres una cosita descarada. Admito que, por mucho que quiera ganar, encuentro muy atractiva tu determinación para vencerme", le ronroneó con un fuego diferente en los ojos. 

Ella se puso de puntillas y agarró las solapas de su chaqueta. —Bueno, entonces debo admitir que cuando te acercaste a mí con tus ojos ardientes hace unos momentos, descubrí que eras igual —le sonrió sensualmente y él tenía una mirada satisfecha en su rostro antes de que ella presionara sus labios firmemente contra los suyos. Sus brazos cayeron de la pared y la apretaron con fuerza contra él mientras se sentían abrumados por la pasión el uno por el otro. Él se apartó con un gemido y le dio besos a lo largo de la mandíbula antes de descender a su cuello. Ella agarró su cabeza, lo que provocó un jadeo de ambos, ya que eso hizo que sus besos se volvieran aún más firmes antes de que él regresara a su boca y abriera sus labios para que sus lenguas se fusionaran. Estaban tan absortos que no escucharon los pasos que se acercaban de Violet y Dorothea, quienes se tomaban muy en serio su trabajo como chaperones.