ℛ𝓊𝓃 //Tom Riddle//

11

Victoria

Los malditos hilos hacen que mi piel arda con fuerza, mi vestido se arrastra por el suelo de este lugar. Todo está oscuro y hay misteriosas estatuas en forma de serpientes a los lados.

—Deja de luchar, es magia, niña, no los vas a lograr romper—espeta, lo miro con ira en los ojos.

Tiene las manos en los bolsillos, sus ojos brillan con fuerza, quiero soltarme y lanzarle un avada kedavra, aunque realmente no se como hacerlo...

Los hilos me frenan de la nada, se desgarran suavemente y desaparecen. Mi piel maltratada palpita.

Me muevo con rapidez, tratando de no resbalarme al levantarme.

Abro mucho los ojos, joder, mi varita.

—Devuélvemela—ordeno firmemente, aunque no hay rastro de su propia varita.

—Ya no la vas a necesitar—da un paso hacia mi, doy uno atrás.

Me quito los tacones, siento el frío y mojado suelo contra mis pies. Sin varita solo me queda usar los puños.

Una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro.

Maldita sea.

Si antes era un jodido elfo a su lado, ahora parezco un duende. Lo miro fijamente, da verdadero miedo.

—¿Ahora qué, piensas matarme, como a Myrtle?—pregunto, pues ya no tengo ningún tipo de protección.

El ríe y se acerca cada vez más.

—Si te hubiera querido matar, ya lo hubiera hecho hace tiempo—informó firmemente, frunzo el ceño—Quiero mostrarte algo.

Yo lo miro confundida, el se acerca repentinamente y con un movimiento firme, toma mi muñeca, jalándome hasta él.

Me voltea y presiona mi espalda baja contra su abdomen, pasa su mano derecha suavemente por mi cuello, de repente, lo toma con fuerza. La suficiente para inmovilizar, más no para lastimar.

Mis ojos se abren de par en par al ver la gran figura de piedra de un hombre que conozco bastante bien. Salazar Slytherin.

Yo forcejeo, el habla ignorando mis movimiento.

—Sal de ahí.

Me muevo con más fuerza, tal vez y ahora la estatua cobre vida y me coma.

El termina lo que sea que haya hecho, de repente, la boca de Slytherin baja con lentitud. Por unos momento, dejo de moverme.

La boca de la gran estatua de Salazar Slytherin baja, mi corazón empieza a latir con fuerza y empalidezco.

Trato de moverme otra vez, pero el me sostiene firmemente, lleva una de sus manos a mi abdomen para mantenerme firme contra él.

Una gran serpiente de al menos siete metros se arrastra fuera de la boca del fundador de mi casa, cae junto en el suelo mojado, chapoteando gotas de agua hacia nosotros. Dejo de luchar, relajo mi cuerpo, mis ojos están llenos de lágrimas nuevamente y mi labio inferior comienza a temblar.

—¿Por qué me haces esto?—jadeo, el vuelve más firme su mano—¿Por qué yo? ¿Por qué Myrtle?

No tengo esperanzas.

—Haz silencio—me ordena, mi cuerpo se mantiene inmóvil, el acerca suavemente sus labios a mi oreja.

Sus palabras hacen que me estremezca. Aparto la mirada de la gran serpiente que se queda inmóvil, esperando órdenes de Tom.

—...¿Ves esta enorme criatura?—sube su mano desde mi cuello hasta mi mandíbula, direccionandola para que vea a esa bestia otra vez—Es un basilisco, el secreto de esta cámara. Pertenecía a Salazar Slytherin, que lo dejó como...legado.