Capítulo XII

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—Sí, Keina. Tú tranquila...

Dijo mientras tenía el teléfono pegado a la oreja, yendo pasos por detrás de sus compañeros de clase.

—Alrededor del mediodía estaré en tu casa así almorzamos, si no se me complica antes. Cualquier cosa te aviso— indicó viendo como bobo uno y dos observaban los nombres de las calles para llegar a su destino.

Era sábado, y planearon ir hasta donde parecía ir su profesor. Por la noche, confirmó que se trataba de la misma ubicación que tenía agendado su tío en el viejo cuaderno. ¿Qué significaba todo eso?

El día anterior, tras su mentira, encontró junto con el mayor a Kato y Nakamura tirados en el suelo, fingiendo una pelea. Estaban llenos de tierra y sudor, mientras que el menor de los dos estaba debajo.

Apenas fueron regañados. Si debían de ser sinceros, notaron a leguas que al profesor no le intentaba eso en lo más mínimo, solo estaba apresurado en volver a su oficina. Hasta se percibía irritado. Entre alumnos se vieron, y se retiraron a los segundos de perder de vista a la persona que se encargaba de supervisarlos.

Por la noche recibió a Satoru en su habitación, indicándole que a primera hora de ese mismo día partiría para su misión, debido a que el director Yaga le cambio la fecha. Así que se iba a despedir para no molestarla tan temprano y decirle que se portara bien y no lo extrañara demasiado. De cualquier modo, cayó de nuevo a su cuarto minutos antes de irse para volver a saludarla.

Desde ese momento estaba despierta. Y ahora ejecutaban el plan de echar un vistazo al lugar.

Además, días atrás quedó para almorzar con Keina Arai ya que hacía tiempo que no la veía. También iría Jouji, lo cual debía de admitir que se sentía la tercera rueda entre sus amigos que eran pareja.

—Luego te llamo, ¿sí?

Fue lo que dijo antes de cortar la llamada al ver como Kato le hacía señas con la mano.

—Es allí— apenas señaló en dirección a un viejo restaurante que estaba abierto y con muy poca gente en su interior.

Los tres se hallaban parados en la vereda de enfrente, viendo detenidamente el lugar.

—No veo nada raro en su interior— dijo Nakamura —. Seguro queda con una mujer y deben de ser amantes.

—Concéntrate bien— habló Ito —. Hay por lo menos un hechicero allí dentro...

—Eso estaba por decir...— Ryunosuke observaba seriamente a través de la vidriera del local —Tenemos ventaja por cualquier cosa. Nuestras estadísticas son más altas que su energía maldita. Pero entremos como personas normales, que no buscan pelea.

—Tampoco buscamos— mencionó ______, comenzando a ponerse nerviosa por ese plan.

—Qué amargados...

Ambos voltearon a ver a Hiroto con una ceja arqueada, provocando que él cerrara los ojos, dejara caer la cabeza y alzara las manos en señal de rendición.

—Bien. Nada de peleas.

Cruzaron tranquilamente la calle que no era transitada. Por aquellos lado poco ruido había.

Ingresaron al restaurante, siendo sorprendidos por la falta a olor a comida. Era todo muy neutro.

Caminaron hacía la primera barra, logrando que el chef que estaba allí quitara la mirada del televisor que estaba en una repisa en la pared contraria.

—Bienvenidos. ¿Qué les puedo ofrecer?— mencionó el hombre mientras se paraba bien.

—¡Mándalemos a mí!

ENTRELAZADOS |Satoru Gojo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora