Capítulo V

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—Director Yaga, ¿llamó por mí?

Se asomó apenas por la puerta de la oficina del hombre, siendo bastante amplia mientras que se encontraba haciendo unos muñequitos al final de la misma.

—Sí. Pasa, Ito.

Ella asintió para cerrar la puerta tras de sí para acercarse tímidamente y quedar parada a unos dos metros de él.

—Sé que todavía es tu primera semana y la misma no termina todavía, pero quería saber cómo te está yendo— alzó su mirada a ella.

—Oh— dijo sorprendida para ir calmándose de a poco, dejando escapar aire por sus fosas nasales —. Pensé que me había metido en un lío sin saberlo— rio apenas por los nervios que se iban esfumando.

—No, para nada— sacudió la cabeza el mayor con gracia, sin dejar de hacer lo suyo.

—Pues bastante bien— movió uno de sus hombros, desviando la mirada a lo que hacía —. Voy agarrándole la mano.

O al menos eso quería creer. Durante esos cuatro días que llevaba cursando, sentía que las habilidades de sus compañeros estaban mil veces mejor pulidas que las de ellas por obvias razones, y que sus técnicas resultaban más fáciles de aplicar a cualquier situación. Ella, por su parte, seguía sin saber cuándo era el momento preciso para utilizar sus hilos.

Entrenaba por las noches, realizando una pequeña invocación de los mismos, tratando de pensar algo para hacer con ellos al momento de exorcizar. Su padre le comentó al respecto, pero tampoco había vivenciado demasiado lo que Tatsuya podía hacer en verdad. Quien sí lo hizo, era quien tenía enfrente.

—Yo... quisiera pedirle un favor, director Yaga— alzó uno de sus dedos, no muy segura. ¿Cómo la tomaría por no saber nada? ¿Qué tan inútil la vería?

—Adelante.

—Quería saber si usted podría comentarme alguna anécdota de mi tío a la hora de actuar... Estoy seca de ideas, y me gustaría inventar algo propio. Claro, siempre y cuando no quite mucho de su tiempo— se apresuró a decir lo último, tomando sus manos por delante de su cuerpo.

En realidad, más que crear algo nuevo, quería tener idea de cómo le hizo Tatsuya y, hacer a partir de eso, lo mismo.

—Por supuesto, no tengo problema.

Su comentario hizo que una sonrisa apareciera en el rostro de ______, animándose.

—¿Qué te parece el lunes después de clases?

—¡Sí!— asintió ni bien lo escuchó, para carraspear y volver a una postura más formal —Me parece bien.

Masamichi Yaga soltó una risita mientras negaba con la cabeza.

—También quería que le informaras a tus compañeros que mañana los enviaremos a una misión. Así que prepárense.

—Claro. Yo me encargo de avisarles— volvió a asentir.

—Bien, ya puedes retirarte. Y perdona el robarte estos cinco minutos.

—No se preocupe, director— realizó una reverencia para salir de allí.

Por lo menos tendría chances de saber más sobre lo que realizaba su tío, porque ya poco y nada recordaba de esos tiempos, más que lo que una vez le describió a su amiga que hacía. Además, lo de controlar otros cuerpos, parecía ser una técnica muy difícil de la cual tendría que sacar información y pulirla demasiado bien, ya que no sabía qué pasaría si algo saliera mal con eso mismo. ¿Se perjudicaría ella o al cuerpo?

¿Y qué tan bien le saldría a ella? ¿Qué tantas expectativas tenía el director en ella por ser la sobrina de su viejo amigo que era un experto?

Tragó saliva con ciertos nervios. Siempre que pensaba algo así, sentía que se hundía más a sí misma.

ENTRELAZADOS |Satoru Gojo y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora